viernes, 27 de septiembre de 2013

El Obispo Caído: Falla Y Cruz

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Contra Sextum. Con los vientos que hoy soplan en el Vaticano, este concepto de derecho canónico es uno de los más temidos. Son los delitos que van contra el sexto mandamiento (“No cometerás adulterio”).

Se refieren en primer lugar, al concubinato del clérigo. Pero también a “cualquier forma de pecado externo” que “se comete por fuerza, amenaza, públicamente o con menores de 16 años” (canon 1396).

En carta del 1 de julio dada a conocer por la prensa, el obispo titular de Usula –y auxiliar de Ayacucho–, Gabino Miranda (53), niega haber cometido delito contra sextum a pesar de que “en algunas circunstancias he sido imprudente”.

La misiva se la dirige a monseñor Aloisius Franciscus Ladaria, el número dos de la Congregación Para la Doctrina de la Fe que en mayo pasado decidió en Roma su retiro del cargo y su suspensión como obispo y sacerdote.

“TOCAMIENTOS INDEBIDOS”

El jueves 21 el excanciller Diego García Sayán mencionó el caso en su columna de La República. Un mes antes había sido publicado en el blog Intereconomía.

Los detalles no han sido revelados, pero fuentes del Arzobispado de Ayacucho revelaron a CARETAS que se remonta a junio del 2012, cuando un menor de 14 años oriundo de Huanta denunció al religioso por “tocamientos indebidos”.

La presunta víctima, de acuerdo con las fuentes, era su monaguillo y el abuso ocurrió durante un acto de confesión en la iglesia San Francisco de Paula, a una cuadra de la Plaza de Armas de Huamanga.

El Arzobispado de Ayacucho, al mando de monseñor Salvador Piñeiro, también presidente de la Conferencia Episcopal, abrió inmediatamente un expediente contra Miranda bajo estricta reserva y elevó el legajo al Vaticano.

Enterado de la denuncia, Miranda redactó en abril una carta dirigida al papa Francisco pidiéndole un año sabático para “reflexionar sobre sus imprudencias, dedicarse completamente a intereses personales y dejar de lado sus funciones laborales y eclesiales”.

El Vaticano hizo caso omiso. Miranda se esfumó los primeros días de agosto.

Mientras tanto, la Segunda Fiscalía Provincial Penal de Huamanga inició de oficio una investigación.

“Por ahora ignoramos si fueron una o más víctimas”, señaló a CARETAS el fiscal Garay Chávez. Trascendió otra denuncia de un menor de 15 años contra Miranda en Huanta.

FALSA COMUNIÓN

Miranda nació en el distrito de Curahuasi, en Apurímac, y estudió la secundaria en el Seminario Menor de Abancay. Recibió una formación netamente ligada al Opus Dei en el Seminario Mayor “Nuestra Señora de Cocharcas”.

Se ordenó de sacerdote el 12 de diciembre de 1987. Siguió un licenciado en Teología en la Universidad de Navarra de España.

Fue nombrado obispo en el 2004 por el papa Juan Pablo II a pedido del cardenal y arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani.

Luego fue destacado como obispo auxiliar en la Arquidiócesis de Ayacucho. Cipriani se desempeñaba como obispo allí, mientras que el hoy acusado de pedofilia trabajaba como rector del Seminario Mayor y párroco en la iglesia San Francisco de Paula.

Cipriani sostuvo desde Roma –hasta donde viajó para reunirse el lunes 23 con el papa Francisco– que le resultaba “muy doloroso” enterarse de la denuncia y pidió no “hacer leña del árbol caído”.

Calificó también “de mal gusto” que se aproveche la cercanía de Miranda con el Opus Dei, que “jamás encubriría situaciones de este estilo”.

El Opus Dei aclaró en un comunicado que Miranda no integraba esa prelatura, sino que formaba parte desde 1989 de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

El reglamento interno del Opus Dei dice que “comprende también a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, como asociación de clérigos intrínseca e inseparable de la Prelatura”. 


OBSESIONES Y MISERICORDIA

El escándalo llega en momentos en los que Cipriani parece estar en problemas para encontrar su lugar en el actual ajedrez vaticano.

En una extensa entrevista ofrecida el pasado 19 a la revista jesuita La Civilta, el papa Francisco consideró que “no podemos seguir obsesionados solo en cuestiones referentes al aborto, el matrimonio homosexual y el uso de anticonceptivos”.

Al menos las dos primeras son obsesiones de Cipriani.
Su oposición militante para que se apruebe el protocolo de aborto terapéutico, permitido por el Código Penal peruano desde hace más de 80 años, sigue siendo determinante para bloquear una iniciativa esencial de salud pública.

La reciente presentación del proyecto de unión civil homosexual por parte del congresista Carlos Bruce sirvió de ocasión para que vuelva a ir con todo contra lo que es en realidad la lógica extensión de derechos civiles en una parte de la ciudadanía.

Francisco reflexionó que “Dios acompaña a las personas, y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia”.

No alcanzará para inscribir al Papa como adherente del MHOL, pero ciertamente ofrece una perspectiva mucho más piadosa que la que muestra el cardenal del Perú desde hace varios años.

Cipriani tampoco pudo ocultar su malestar con la misa que el 11 de septiembre Francisco celebró con Gustavo Gutiérrez, el peruano que es el padre de la Teología de la Liberación. Luego ambos mantuvieron una conversación cuyo contenido no ha sido revelado.

Detrás de la reunión estuvo el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, que es el jefe de monseñor Ladaria, a quien el suspendido obispo Miranda dirigió su carta.

Desde su puesto, Müller ha insistido en acercar a la Pontificia Universidad Católica del Perú con Roma en el marco del conflicto iniciado por Cipriani.

Hace 10 años, Müller escribió con Gutiérrez el libro “De parte de los pobres. Teología de la Liberación, Teología de la Iglesia”. En las últimas semanas se presentó su edición en italiano y Gutiérrez ofreció una entrevista en el diario oficial vaticano L’Osservatore Romano.

En la década de los 80, Gutiérrez fue pasado por el severo cernidor de Joseph Ratzinger –después Benedicto XVI– que ocupaba el cargo que ahora posee Müller. Pero al final el peruano, que nunca ha renegado de la ortodoxia católica, salió indemne y Ratzinger publicó dos obras que “interpretaban” su teología.

Con todo esto en mente, resulta doblemente lamentable que Cipriani utilice el espacio que tiene en RPP para expresar que “ahora veo que parecería que hay una nueva primavera de Gustavo Gutiérrez”.

Calificó a Müller como “un tanto ingenuo” por facilitar la reunión que era “utilizada para describir un acercamiento con una corriente que hizo mucho daño a la Iglesia”.

La opción preferencial por los pobres que profesa la teología de Gutiérrez es reducida por Cipriani, todavía, a una infiltración marxista.

¿Para Cipriani es comunista Francisco por exclamar hace algunos días que le gustaría “tener una iglesia pobre y para los pobres”?

Es conocido que el cardenal y el arzobispo de Piura, José Antonio Eguren del Sodalicio, fueron los únicos prelados que no firmaron el documento de Aparecida (Brasil) en el 2007 por su énfasis en los menos favorecidos. Cipriani advirtió durante las disertaciones que la Iglesia corría el riesgo de ser vista como una ONG. El cardenal argentino Juan José Bergoglio fue, en cambio, de los más entusiastas.

Dijo el cardenal después de reunirse con el Papa el lunes 23 que Francisco está más allá de “los clichés ideológicos”.

¿Los que representa el propio Cipriani?

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JAIME ESPEJO ARCE