miércoles, 18 de septiembre de 2013

DISCO RAYADO

Parece un disco rayado. La misma canción una y otra vez. Rimas que deberíamos haber superado hace muchos años, pero no. Es, efectivamente, un disco rayado, y la mano responsable de este insoportable efecto no es otra que la nuestra, una mano que marca, dibuja, insulta, escribe sobre una lista impresa de personajes cuyos rostros desconocemos y que terminan siendo nuestros representantes en este espacio democrático al que llamamos Congreso. ¿Somos irresponsables al momento de votar? Claro que sí. ¿Tenemos opciones? Muy pocas. Pero el voto es solo la punta de la madeja, el último eslabón de una cadena de indiferencia en la que todos, medios de comunicación a la cabeza, aunque eso no nos reste responsabilidad, estamos involucrados.
En estos días se debate en los medios y en la calle el proyecto de ley del congresista Carlos Bruce. ‘Techito’ ha propuesto la unión civil entre personas del mismo sexo. Su propuesta apunta a formalizar lo que se da en la práctica de manera clandestina: que dos personas que se aman al extremo de querer compartir un techo y una vida juntos (o al menos tienen ese deseo) puedan tener algunos derechos básicos de la vida en sociedad.
Martín es novio de Ricardo hace más de diez años. Ellos conforman una de las parejas más sólidas que conozco. Viven juntos y tienen, además, una visión de futuro compartida, son amigos y amantes.
Hace unos años Ricardo sufrió un accidente automovilístico y Martín no pudo visitarlo porque en el hospital la visita era restringida a familiares cercanos.
Martín le dijo al portero que era su pareja, su novio hace más de diez años, y, lejos de obtener la comprensión del agente de seguridad, este se burló de él. Martín, respetuoso y tolerante, tuvo que apelar a la familia para poder ingresar posteriormente. Yo, en el lugar de Martín, lo hubiese tumbado a golpes y hubiese terminado en la comisaría.
Este es un ejemplo de lo que pasa a diario en nuestro país. Es cierto que Lima, a paso lento, es cada vez menos homofóbica, pero este cambio es minúsculo. Lo notamos en algunos restaurantes de Miraflores y Barranco. Pero por más de moda que estén estos distritos, no son ni de asomo representativos de lo que ocurre en el Perú. Un país donde la homofobia, así como el racismo o el machismo, siguen siendo problemas graves que requieren solución. Los cambios sociales son lentos, progresivos, se inician en las calles y deberían tener posteriormente una representación legal, oficial. Algunas veces, sin embargo, la ruta no es tan simple, pero la verdad es indiscutible. ¿Se requirió una marcha para legislar sobre el feminicidio? No. Solo la indignación popular y una fuerte campaña de medios.
La respuesta de los medios a la propuesta de Bruce ha sido timorata, blandengue. Retrógrada, diría yo.
Y es en este contexto cuando los medios de comunicación y el principal, que maneja la mayor parte del mercado, son fácilmente influenciables por la Iglesia, cuando un Parlamento laico podría generar el debido contrapeso.
En el Perú, la mayoría de peruanos respalda la laicidad del gobierno, es decir, que las decisiones que se tomen no estén influenciadas por preceptos religiosos, pero la mayoría de nuestros congresistas (o “representantes”, para que seamos más responsables) piensa distinto. La propuesta de Bruce debería aprobarse, sería un pequeño paso hacia delante para acabar con la absurda discriminación y homofobia. Ojalá no retrocedamos aún más y podamos otorgarle a Martín el derecho a visitar a su novio herido en el hospital o que pueda visitarlo en la cárcel o que pueda recibir una pensión, herencia o seguro. Lo mínimo, lo justo.

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JAIME ESPEJO ARCE