jueves, 4 de julio de 2013

En busca del tiempo perdido


Por: Augusto Alvarez Rodrich Augusto Álvarez Rodrich
El proyecto ‘Alto Gobierno’ para destrabar inversiones es, sin duda, una buena noticia, pero es una lástima que el gobierno se haya demorado tanto en darse cuenta de que su propia desidia contribuyó al empeoramiento del clima de negocios.
El premier Juan Jiménez presentó ayer el proyecto para “establecer un sistema nacional de coordinación entre las instituciones del Estado con el fin de asegurar la ejecución eficiente y oportuna de proyectos de desarrollo de infraestructura y de la producción nacional, superando la falta de comunicación y los enfrentamientos entre entidades que han frustrado varias iniciativas”.
Lo que esto significa es el reconocimiento de que la inversión privada pudo ser mucho mayor si no hubiera sido por el propio gobierno.
Esto se expresa en trabas como excesiva lentitud en la aprobación de permisos; retrasos en la implementación del proceso de consulta previa o liberación de terrenos; indefiniciones en políticas públicas; o corrupción en trámites municipales.
Este problema se le hizo notar al gobierno desde hace, por lo menos, un año y medio, pero la respuesta fue, en general, una indiferencia arrogante propia del que se siente autosuficiente y no sujeto a crítica.
A ello contribuyeron varios factores. Primero, un presidente con poca convicción para promover inversión privada, acaso por el prejuicio de creer que esta siempre gana mucha plata y no requiere ser impulsada.
Segundo, este prejuicio presidencial contagió a varios ministros que prefirieron quedarse callados ante la acumulación de pedidos para poder desatorar los obstáculos que paralizan las inversiones.
Tercero, la falta de liderazgo del premier y del ministro de Economía para encarar el deterioro de la perspectiva microeconómica de cada actividad por errores del propio gobierno, en contraposición a la preocupación por la macroeconomía.
Cuarto, por la baja capacidad de coordinación entre ministros que, en vez de trabajar como equipo integrado, priorizan su agenda sectorial.
Estas trabas no resueltas para la inversión privada, además de los menores precios de los metales, y el devaneo absurdo por querer comprar activos de Repsol, han deteriorado la confianza empresarial poniéndola en un nivel parecido al de cuando Humala pasó a la segunda vuelta y la inversión se puso a temblar.
Así iban las cosas hasta que aparecieron, hace unas semanas, las encuestas que confirmaron este deterioro de la expectativa empresarial. ‘Alto Gobierno’ es una respuesta positiva, pero el gabinete deberá moverse con rapidez en busca del tiempo perdido. Más que leyes, va a necesitar liderazgo y convicción.

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JAIME ESPEJO ARCE