Escribe: Mirko Lauer
El ex premier Salomón Lerner no solo ha sido colocado en un puesto de alto perfil frente a Unasur. También ha lanzado un debate de última hora sobre los próximos relevos ministeriales. Su planteamiento de un equipo ministerial conciliador es un golpe al plexo de Óscar Valdés y de algunos duros más del gabinete.
Además de esta declaración en RPP Lerner ha dado una entrevista a La Primera que, además de ser una pieza de demolición de Valdés, presenta algunas ideas novedosas en el ambiente. La más fuerte: ya hemos tenido tropezones en la marcha de la minería, y una suspensión de Conga no sería la catástrofe económica que algunos vaticinan.
Lerner ha tenido el cuidado de precisar que su retorno es estrictamente a título personal, y no como figura destacada del grupo izquierdista Ciudadanos por el Cambio. Esto para que su propuesta no sea vista como un proyecto de retorno de las posiciones que lo acompañaron en su gabinete. Digamos que Lerner ha vuelto más pragmático y menos ideológico.
En efecto, varias de las opiniones de Lerner sobre el gabinete las podemos encontrar en sectores distintos del suyo. Por ejemplo, las declaraciones de Alejandro Toledo han venido enrumbando en una dirección parecida. La idea de fondo es una recuperación de algunos de los valores y prácticas del centro político.
Todo esto es pésima noticia para Valdés, a quien casi todos colocan en la cuerda floja. Él se ve durando seis meses más. Pero sus actuales relaciones con la pareja presidencial no son las mejores. El encargo cajamarquino a la dupla sacerdotal puede ser visto como el puntillazo final a su carrera política.
Pero lo que propone Lerner es más fácil de decir que de hacer. Un gabinete con más habilidad política es un deseo universal, y salvo en los extremos ideológicos, a todos les gustaría un gabinete conciliador, es decir con métodos no confrontacionales para manejar los previsibles conflictos 2012-2014.
¿Dónde encontrarlo? Lerner debe tener sus propias ideas sobre esto, pero no las está revelando al público. Su único tip es que se necesita experiencia en el manejo de temas políticos en el país. Esto significaría mezclar a los amigos de la familia con los profesionales de la política, que vienen casi todos de partidos que han gobernado o cogobernado.
Da la impresión de que el tipo de cambio que pide Lerner solo se puede realizar de a pocos, salomónicamente. Es decir, ensayando en un puñado de carteras claves y avanzando a partir de allí. El perfil del nuevo primer ministro es un asunto complicado, y allí lo más probable es que la confianza personal prime sobre toda consideración política.
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JAIME ESPEJO ARCE