jueves, 5 de julio de 2012

Elena Soler de Panizo



"Mi competencia me admira e imita, que no lo haga más"

“Nací en Lima, pero me siento iqueña. Fui presidenta del Patronato de Ica y quiero construir allí el Paseo del chocolate”, nos dice Elena Soler, emprendedora.

Foto: César Fajardo.

Por: Gonzalo Pajares

Empezó en su casa, con un perol artesanal y una receta secreta. Hoy, Chocolates Helena, además del Perú, vende sus productos en EE.UU., Venezuela, Chile, Colombia, etcétera. Conversamos con Elena Soler de Panizo, su fundadora, quien, además de madre de familia y empresaria, ha editado algunos discos de boleros y ha sido amiga del pintor Sérvulo Gutiérrez (tiene varias obras del artista y dos murales). Sin duda, un personaje al que podremos ver y oír en el Primer Encuentro de Emprendedores de Lima Norte, que se realizará el 20, 21 y 22 de julio en el Senati. Informes: www.emprendedoreslimanorte.com.
No fundó Chocolates Helena por necesidad…
Tuve siete hijos. La última nació en 1972, lo que me hizo una experta en cumpleaños, regalos, recepciones, etcétera. Pero, como mis hijos ya estaban grandes, quería entretenerme haciendo otras cosas. Así nació Chocolates Helena.

¿Por qué eligió los chocolates?
Me encantaban la cocina y la repostería, pero tenía una receta secreta, la del toffee fino, que fue la clave para desarrollar muchas cosas. En casa encontré un perol y empecé a hacer mis primeros toffees, que eran de estupenda calidad pues siempre me ha gustado consumir y dar lo mejor. De pronto, vi que de ello podía hacer una pequeña empresa, como había vaticinado mi amigo Carlos Malatesta, un gran iqueño y pisquero. “Don Carlitos, yo solo quiero tener una tienda”, le decía. Recuerda que hace 37 años, cuando fundé mi empresa, no había industrias gourmet. Me ayudó mi esposo porque yo creía que todo era muy fácil: abrir la tienda, esperar a los clientes y vender mis productos. No sabía nada de administración, de impuestos, etcétera.

Y así, poco a poco, su empresa fue creciendo…
Un día me dije “esto que hago necesita tener un canal de distribución”, tomé mi carro y me vine a Sears, una gran tienda de antaño, y le ofrecí mis productos. Les encantaron por sabor y presentación y me hicieron algunos pedidos. Fue allí que asumí mi rol de empresaria, pues yo sabía hacer, pero no negociar. De mi casa pasamos a nuestra fábrica, y mi primera tienda la instalé detrás de la iglesia de Luren. Su nombre, ‘Helena House of Candy’ (risas), porque era una casita preciosa, y me fue muy bien: la gente rodeaba la esquina en busca de sus pecan roll, de sus toffees. También sacamos los famosos noelitos navideños, cuyo centro era de toffee. Como te digo, del toffee partió todo. La receta me la inspiró Elida Santana, cuya casa, por el toffee, tenía un olor maravilloso. Luego empecé a hacer bombones, pero no sabía hacer otras cosas; entonces, me dije que había que aprender más, y así empecé a hacer templados de chocolate, tejas… Sin duda, Chocolates Helena es mi octavo hijo.

Las tejas son otro hito…
Así es. Son un producto netamente iqueño, aunque el vecino del sur diga lo contrario. Las chocotejas tienen nuestro sello: las empezamos a bañar en verdadero chocolate, pues antes le ponían cocoa. Decidí trabajar la tradición del fondant, el baño de chocolate. Las tejas se hacían de productos almibarados y cítricos, y nosotros decidimos usar otros rellenos: pasas borrachas, guindones, guayaba, limones, y cómo olvidar la teja precursora, que está rellena de manjarblanco. Tenemos ocho variedades y hoy nos preparan a pedido (y con nuestra fórmula) el chocolate que usamos. Además, algo que yo destaco siempre es que parte de nuestro proceso es artesanal. Por esto y por nuestra calidad, hacemos productos gourmet.

José Moquillaza, productor pisquero y extrabajador suyo, me contó que usted apuesta por la calidad, que una vez se deshizo de toda una producción porque sus empleados no usaron los insumos de su receta…
Es verdad. Mientras tengan un ingrediente que yo no aprecie, que no haya elegido, no puedo salir a vender mis productos, porque en juego está mi prestigio, mi nombre. Además, acá hablamos de valores, de autoestima. Quizás la gente no hubiese notado ese ingrediente, pero yo sabía que estaba allí, y eso bastaba para no venderlo. Felizmente, esta manera de ver las cosas la he trasladado a mis empleados y a mis hijos, algunos de los cuales trabajan conmigo.

¿Siguen siendo una empresa familiar?
Sí, pero eso no significa que acá no se invierta, que no se crezca, que no se gerencie con los más altos estándares. Y, recuerda, somos iqueños.

¿Son buenos tiempos para Chocolates Helena?
Tenemos mucha competencia, y ella nos ha mirado mucho y, al hacerlo, ha mejorado sus productos. Yo sé que la imitación es un signo de admiración, pero desearía que no me admirasen tanto, que no me imitasen más (risas).

Usted canta…
Tengo un CD que se llama Boleros románticos. Empecé en el colegio y, luego, seguí cantándole a mi esposo. Cantar es lo que más me atrae en la vida.

AUTOFICHA
- No nací en Ica, pero me siento iqueña. Mi suegro formó allí, en 1926, J. Panizo y Cía. Fue un líder. Además, en Ica nació mi primer hijo y uno es de donde son sus afectos.
- Estudié internada en el Belén. Por entonces nos prohibían estudiar, ir a la universidad. Hacerlo era como sacar los pies del plato (risas).
- Yo, más que los pies, saqué el perol de mi casa e hice empresa (ríe). Soy empírica, una soñadora. Chocolates Helena tiene ya 37 años… y empezó en la cocina de mi casa. (Fuente: PERU 21)

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JAIME ESPEJO ARCE