Escribe: Juan Sheput
El gobierno, a través de sus máximos exponentes, ha dado en los últimos días muestras evidentes de su precariedad y debilidad política. Ha buscado, a como dé lugar, que la agenda cambie su centro de gravedad, dejando el tema del indulto al expresidente Fujimori a cualquiera de los “cincuenta mil temas” que según el premier Jiménez hay para discutir.
Muy pocas veces he visto tanta impericia junta. En efecto, si el tema del indulto a Fujimori está en agenda no es porque la familia o la oposición haya presionado, sino porque el presidente Humala ha errado en los cálculos que sobre su invitación a presentar el tema hizo. Invitó, le aceptaron la invitación y ahora no sabe qué hacer. Ensaya discursos con relanzamientos de programas sociales, con más gastos para las Fuerzas Armadas, con la modificación de la legislación terrorista, se intenta de todo pero el tema está allí, en agenda.
Cuando suceden asuntos capitales como el que en estos momentos se vive en el país, lo mínimo que se pide de un presidente y de su equipo de ministros es una respuesta adecuada sobre lo que se viene haciendo y también, por qué no, cuál es la línea moral que sigue el gobierno. Sin embargo vemos que en la actual “pareja” presidencial, la bicefalía sigue causando confusión, pues un tema que implica valores y principios supremos para la marcha de la Nación se vuelve un episodio pequeño de qué aliado o amigo notable pueda perder. Es por eso, por esa pequeñez de visión, que un tema que debe estar zanjado en lo moral, se convierte en discutible permitiendo que la manipulación se entronice y que la sensibilidad cale en la mayoría de la población.
Porque si no fuera así, de dónde entonces sale ese 70% de pobladores limeños que respalda el indulto por deterioro de la salud a Alberto Fujimori. Ese alto porcentaje es consecuencia de las dudas del gobierno para responder, de un gobierno como el del presidente Humala que hizo una promesa firme, un juramento, en la casona de la Universidad de San Marcos, asegurando su pleno respeto por los derechos humanos. La incapacidad política pasa la factura a un país que aún tiene una democracia endeble y que, a diferencia de sus pares, se muestra confuso cuando de aplicar la ley se trata a quien ha sido juzgado por crímenes de lesa humanidad y corrupción.
En estas horas se debe estar presentando formalmente la solicitud de indulto a Alberto Fujimori. No es un asunto de odios. Comprendo perfectamente la desazón y angustia que debe sentir la familia de quien fue presidente del Perú y hoy está en la cárcel. Que tuvo aciertos y errores lo sabemos, eso no está en tela de juicio. Una discusión sobre el indulto a Fujimori no pasa por lo que fuimos o lo que hacemos, sino por lo que queremos ser como Nación. Porque el futuro del país no pasa solo por el mediocre crecimiento económico que tenemos, sino por la forma como encaramos valores fundamentales de la convivencia humana como el respeto a la Ley y el derecho supremo a la vida.
UNA DISCUSIÓN SOBRE EL INDULTO A FUJIMORI NO PASA POR LO QUE FUIMOS O LO QUE HACEMOS, SINO POR LO QUE QUEREMOS SER COMO NACIÓN
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JAIME ESPEJO ARCE