Escribe: Jeronimo Centurión
¿Indultar o no a Fujimori? Ese es el dilema palaciego de estos días y es, además, la pregunta que tiene dividida a la gente en la calle. A mí me la han formulado y, la verdad es que, en estos días, me he demorado en responder. En principio, desde que se planteó el tema en la pasada campaña electoral he dicho que no. Que sería una contradicción institucional y, además, una falta de respeto a las decenas de familiares de víctimas que fueron asesinadas por políticas criminales que el expresidente Fujimori, la persona en la que más de la mitad del país confió en dos oportunidades, avaló.
La tesis de que Montesinos actuó sin consultarle nada ha sido desbaratada desde múltiples enfoques. El fujimorismo tendría que probar que su líder fue un estúpido durante todo su gobierno para demostrarnos su “inocencia”, y eso está descartado.
Fujimori es culpable. Sus procesos y sentencias no solo han sido televisados, sino que la comunidad internacional ha sido testigo de ellos.
Además, existe un decreto que Fujimori y el Congreso (que manejaba por beeper) aprobó en 1,995 impidiendo el indulto a aquellas personas que cometan secuestro agravado. Fujimori ha sido, entre otros delitos, sentenciado por ello.
Ante ese escenario Keiko Fujimori anunció que su padre solicitará oficialmente ante el presidente Ollanta Humala el “indulto humanitario”. Keiko le pide a los voceros del gobierno un “cambio de actitud” y nos pide a los peruanos que veamos “este pedido como debe ser, por razones humanitarias y no políticas”.
Las palabras de Keiko Fujimori no fueron ni espontáneas ni improvisadas. Al llevar el caso de su padre, un anciano enfermo, al campo de la “humanidad” es difícil discrepar sin parecer rencoroso o vengativo e “inhumano”. En ese terreno, no puedo estar en contra del indulto. Claro, hay cientos o miles de ancianos, seguramente más enfermos e incluso inocentes, que hoy están muriendo en la cárcel, que se merecen el indulto antes que el señor Alberto Fujimori, pero tampoco podemos negar que se trata de un expresidente elegido democráticamente en dos oportunidades y su caso es, indiscutiblemente simbólico.
El indulto humanitario, el perdón que solicita el fujimorismo es atendible, el presidente Humala debe considerarlo y nosotros, como ciudadanos, también. Pero, ya que nos movemos en ese escenario, en el que valoramos las emociones de la familia Fujimori, no podemos evitar exigirle a ellos y los fujimoristas un poco de respeto por las víctimas de los crímenes del expresidente.
Los Fujimori, al pedir el indulto están respetando la institucionalidad vigente representada por el presidente Humala y la estructura de gobierno que él, oficialmente, lidera, la misma que sentenció al señor Alberto Fujimori.
Es por eso que si los fujimoristas quieren que apoyemos el indulto a su líder-cabecilla-criminal, yo les pido un mínimo de humildad. Concuerdo plenamente con el exfiscal Supremo, Avelino Guillén, quien plantea que Fujimori debería pedirle disculpas a las víctimas de los crímenes por las que ha sido sentenciado. Y creo, además, que los fujimoristas deberían guardar silencio o prudencia al respecto.
El domingo vi a Martha Chávez en Panorama y me parecía una situación, por decir lo menos, paradójica. La congresista que respalda el pedido de perdón destilaba un nivel de soberbia y arrogancia llegando al extremo de decir que todo el proceso en contra de su líder es una venganza. Lo mismo ocurre con sus voceros menores, quienes vienen petardeando el informe de la CVR y a los magistrados que actuaron de manera impecable pese a todas las presiones.
Yo apoyo el indulto y respaldo al presidente por el que voté a concederlo, si y solo si percibiese la humildad del criminal que reconoce sus delitos y se disculpa no solo ante los familiares de las víctimas (que es lo mínimo) sino, además, ante los millones de personas que depositaron su confianza en Fujimori en dos ocasiones y luego fueron traicionados. Creo en el perdón y creo que el gobierno de Humala podría verse fortalecido con un acto de humanidad de ese nivel. Pero, sobre todo y por respeto a las millones de personas que, pese a todo, siguen apoyando al chino, creo que si el fujimorismo desea renovarse debería reconsiderar su altanería, soberbia y dar muestras de ello. De lo contrario, no.
Nada le haría más daño al país que enterarnos que este indulto es parte de un negociado político bajo la mesa.
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JAIME ESPEJO ARCE