Por: Augusto Alvarez Rodrich
Un problema pendiente en la agenda del gobierno.
Desde el fracaso estrepitoso del operativo del jueves en La Parada, del cual se van revelando errores espeluznantes de inteligencia, estrategia, equipamiento y cadena de mando, hasta el éxito notorio del sábado, es obvio que la seguridad anda mal, lo cual perjudica desde la calidad de vida de la ciudadanía hasta la competitividad de la economía.
La población cree que la seguridad está cada vez peor. Según Ipsos-Apoyo, la principal razón de los que en octubre desaprobaron al presidente Ollanta Humala es ‘porque no hay seguridad ciudadana’ (39%).
Es un indicador particularmente malo para quien le ganó la segunda vuelta a Keiko Fujimori, en parte, porque el elector pensó que era mejor para combatir a la delincuencia.
Pero quince meses después de iniciado su gobierno, su desempeño en materia de seguridad es, hasta el momento, decepcionante.
El sector empresarial también tiene una percepción negativa de acuerdo con la encuesta aplicada por Apoyo Consultoría entre el 15 y 18 de octubre a ejecutivos de las más de 280 empresas clientes del SAE.
Uno de los principales hallazgos de dicha encuesta es que los ejecutivos son poco optimistas sobre la capacidad del gobierno para controlar a los grupos armados en el VRAEM, una constatación que, ciertamente, está bastante influenciada por los recientes atentados así como por la falta de una respuesta efectiva por parte de las fuerzas del orden.
El 55% de los ejecutivos prevé que las acciones de Sendero Luminoso (SL) en el VRAEM se van a expandir fuera de su actual zona de influencia en los próximos dos o tres años, y el 38% que sus acciones se mantendrán focalizadas en el VRAEM. Solo el 7% cree que la acción de SL disminuirá, y nadie cree que este grupo terrorista va a desaparecer en el gobierno actual.
Asimismo, el 55% cree que es ‘alta’ la probabilidad de un ataque de SL al gasoducto, 34% que es ‘media’, y solo 11% que es ‘baja’.
Al margen de que un atentado como ese llegue a concretarse, cuyos resultados serían muy graves en los niveles político, económico y empresarial, el simple hecho de que la previsión de ocurrencia sea alta es un factor que, sin duda, va a afectar las decisiones de inversión privada.
El Perú es un país crecientemente afectado por la delincuencia, desde la más tradicional hasta aquella que se presenta de formas menos convencionales, como cupos en la construcción civil, pandillaje alquilado por motivaciones empresariales, la que circunda a la minería informal o al transporte público, o Sendero Luminoso en el VRAEM.
Frente a todo ello, aún no se percibe en el gobierno un plan que haga pensar que se puede enfrentar el problema creciente de la inseguridad.