¿Un indulto yuca?

Por: Ernesto de la Jara

Mi impresión es que nadie se opone al indulto humanitario de Fujimori. El rechazo es al indulto político, camuflado tras uno humanitario. Y hay muchas razones para esta desconfianza.

Si su enfermedad está en una fase terminal, no se entiende por qué sus hijos no han comenzado por presentar un completo diagnóstico hecho por una junta médica confiable.

Difícil de creer que las condiciones carcelarias lo van a llevar a esa etapa terminal cuando estas son visiblemente privilegiadas, y al menor problema de salud es llevado a Neoplásicas o a una clínica.

Cómo no sospechar, si el indulto humanitario es una de las tantas estrategias que se han usado para lograr la libertad ilegal de Fujimori. Intermitentemente se ha venido hablando del indulto a secas, respaldado cada vez por diversos grupos de personas. Si la sentencia de Villa Stein no hubiese sido anulada, lo habría favorecido.

¿Confiar en el fujimorismo después de lo que hicieron durante más de una década sin el menor escrúpulo?

También son fundadas las suspicacias en relación al llamado a decidir el indulto: el presidente Humala. No le caería nada mal el apoyo de los fujimoristas para, por ejemplo, modificar la ley que impide que su esposa pueda postular el 2016, o para beneficiar a su hermano Antauro.

El mismo Fujimori no colabora con la credibilidad del carácter de su indulto. Ni aun ahora, una palabra de pésame frente a las víctimas. Sus mensajes vía Twitter no parecen de alguien que está enfermo, sino de quien se siente en carrera política. La actitud arrogante de Keiko y Kenyi va en la misma línea.

El argumento de que hay que ser benévolos con Fujimori por tratarse de un expresidente también suena a trampa. Son obvias las razones por las que debe ser al revés. Pero tampoco puede decirse que como Fujimori nunca fue humanitario, no tiene derecho a pedir que lo sean con él. Hay que demostrarle superioridad moral.

Otra razón para creer que lo del indulto humanitario podría ser mentira es ver quiénes quieren imponerlo a como dé lugar: Cipriani, Mariátegui, Rafael Rey y otros del mismo grupo. ¿Desde cuándo ellos contemplan aspectos humanitarios? Y fieles a su estilo, nada de pruebas, sino insultos y mentiras (ahora parece que la familia Fujimori le ha pedido a ‘M’ que se abstenga de apoyarlos, considerando sus derrotas anteriores: Susana, San Martín y Humala, aparte de otras económicas).

Todo parece indicar que el presidente Humala estaría haciendo un último balance entre costos y beneficios. Entre los segundos, aparte de las consecuencias prácticas ya mencionadas, hay uno que le estarían vendiendo: quedaría, finalmente, como una persona sensible frente al dolor ajeno, sin importar que se trate de su enemigo.

Pero, en caso de ser un indulto arreglado, los costos serían altísimos. Estaría liberando ilegalmente a un presidente que ya había sido condenado por cometer crímenes de lesa humanidad, por lo que pasaría a estar en el banquillo de los acusados a nivel nacional e internacional. Habría terminado adoptando la medida que más se temía de Keiko, lo que sería interpretado como una traición imperdonable. Y hasta podría convertirse en el hazmerreír de todos si al poco tiempo vemos de nuevo a Fujimori bailando el baile del chino.

Ahora, si medicamente se demuestra que no se trata de otra yuca del fujimorismo o de una oscura componenda política, sino que el condenado Fujimori está en peligro de muerte, mi opinión es que se le debería indultar por una razón de principios. Aunque puedo entender que esa no sea la posición de una madre que sabe que por la culpa de él a su hijo lo secuestraron, torturaron, asesinaron y quemaron, y que después de 20 años sigue buscando su cuerpo o solo ha podido enterrar una parte de su cráneo.