martes, 14 de febrero de 2012

Ménage à trois


Ménage à trois

Por: Daniel Parodi



En su artículo Chile, Perú y Bolivia: Arco de la Integración versus Polo del Conflicto Andino, el analista chileno Christian Leyton sostiene que, en Sudamérica, Chile debe desenvolverse en dos frentes. El primero lo conforman Ecuador, Colombia y Argentina y en él tienen que potenciarse las relaciones comerciales y políticas. El segundo lo integran Perú y Bolivia, estados cuya geopolítica se funda en un antichilenismo permanente, frente al cual solo la disuasión militar es inteligible.

Las afirmaciones de Leyton se sustraen de la amalgama entre fundamentos geopolíticos decimonónicos, la historia oficial chilena y una opinión pública sensibilizada por el litigio en La Haya. Cuando Leyton refiere la hostilidad de los países andinos, recicla el argumento de que la Guerra del 79 enfrentó una nación civilizada –Chile- contra dos conspiradoras     –Perú y Bolivia-, cuya conducta agresiva era el reflejo de la naturaleza racial de sus habitantes.

La cuestión del trauma psicopolítico y el nacionalismo negativo peruanos es más compleja. Como señala Tzvetan Todorov, todos los nacionalismos tienen un elemento interior y otro exterior. El interior remite a las tradiciones culturales que configuran la identidad nacional; mientras que el exterior define al país propio en oposición a otros países. 

Es por ello que el tema que nos ocupa dista de ser una cuestión exclusivamente peruano-boliviana. También Chile sustenta su nacionalismo en la supuesta superioridad frente a sus vecinos andinos, lo que explica lo difícil que le resulta aceptar alguna razón en ellos. Este es el caso de las cicatrices dejadas por la Guerra del 79, las que, para Chile, son una cuestión que no le compete.

Esta posición revela la aversión chilena a involucrarse en un proceso de la reconciliación internacional con el Perú, el que supondría reconocer la agresión infligida a sociedades que considera subyacentes. Reconciliarse implicaría para Chile revisar el nervio central de su discurso histórico, el que justifica y celebra la empresa militar acometida hace 130 años. Sin embargo, son las políticas de reconciliación y no las del olvido las que acercan a los colectivos que en el pasado experimentaron el trauma de un enfrentamiento militar, tal y como lo demuestra el caso franco-alemán.      

Esta nota de respuesta a Christian Leyton no pretende negar la complejidad de los sentimientos antichilenos que experimentan algunos sectores de las sociedades peruana y boliviana; más bien, propone que Chile es parte del problema. Mucha subjetividad nos impide vernos como somos a chilenos, bolivianos y peruanos. Es deseable que la lógica geopolítica del siglo XIX ceda el paso a otras donde las hipótesis de paz se conviertan en derrotero común.     

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JAIME ESPEJO ARCE