domingo, 19 de febrero de 2012

Credo



Marco Sifuentes 


En inglés hay dos palabras para "creer". Una es "believe", que tiene que ver con la convicción, la fe. La otra es "think", que es más sospechar, intuir o imaginar. Aquí, porsiaca, hay poquita fe.



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Creo que, a veces, no quedan claras algunas cosas. Aprovechemos.

Creo que Internet puede tener un impacto brutal en la agenda noticiosa del país, pero no tiene el poder de la televisión, por supuesto. En los mejores días de mi blog, celebraba cuando un post llegaba a las 50 mil visitas. En televisión, un punto de rating son algo así como 80 mil personas. Y un programa con un punto de rating es un fracaso.


Creo, sin embargo, que la televisión peruana, a pesar de sus excelentes entrevistadores y de varios reporteros con garra, tiene una consuetudinaria ausencia de propuestas y formatos distintos --ya ni digo originales-- que, en el fondo, agradezco, porque, por las noches, liberado de la angustia profesional del seguro me perdí de algo, puedo volver a Internet.

En todo caso, si me perdí de algo, creo, no, estoy seguro de que @gerardolipe lo vió por mí y lo puso en YouTube.

Creo que es insólito que fenómenos peruanos como el de @gerardolipe o Mox, de What da Faq Show, sean inéditos en la prensa local (léase como autocrítica, por favor). Mox ya tiene un millón de fans en Facebook y ha sido entrevistado en Argentina, Chile, Colombia. No diré más con la esperanza de que todos olviden esta mención y yo pueda, por fin, entrevistarlo. Y desde su cabina de Internet, Gerardo, un ejemplo perfecto de cómo la ética hacker se ha impregnado en el sentido común de nuestra sociedad, fue uno de los puntales de la exitosa contracampaña digital contra el fujimorismo mediático.

Creo que la campaña fue un punto de quiebre para el "empoderamiento digital" o como sea el floro que estén manejando ahora los gurúes del social media. Lo cierto es que, en los dos primeros meses del 2011, PPK tenía 5% de intención de voto y tanta cobertura mediática como un candidato con 30%. Y no le funcionaba. Hasta que empezó a desplegar su estrategia en Internet y juaz! creó a los ppkausas.

Creo, sospecho, intuyo que lo mismo pero al revés pasó con Fujimori, una candidatura respaldada al unísono por una prensa que terminó creyéndose sus propias mentiras; tremendo abono mediático que incluyó unos inolvidables videos editadazos para que Humala apareciera "apoyando" a Sendero Luminoso; memorables piezas de manipulación presentadas por los mismos que, capturado Artemio, ahora le pasan la franelita al que nos dijeron que era un comunista comeniños.

Pero creo que divagué.

Decía que creo que pasó lo mismo con el sentimiento antifujimorista. Pero no creo que las redes se hayan opuesto a los medios masivos y hayan vencido. No pues, eso no. Pero sí sucedió que se retroalimentaron. En Internet se viralizaban las informaciones contra Fujimori obtenidas por los espacios independientes de los medios masivos. Se contrarrestaban las mentiras. Se popularizaba el contenido producido por la gente común y corriente, que tuvo las herramientas para crear respuestas de peso contra el discurso hegemónico.

Creo que, precisamente por eso, en este espacio se defiende lo que algunos llaman "piratería". Es sencillamente delirante que ahora exista la posibilidad de construir y difundir libremente información que subvierta el orden impuesto por unos pocos. Y esa información, sea política, artística o un recetuit de Gastón, no surgió del aire. Está basada en un conocimiento previo. Un conocimiento previo que no puede estar limitado con la excusa del copyright, que es solo una fachada mercantilista para perpetuar un modelo de negocio que se fue a la mierda cuando, gracias a las ya no tan nuevas tecnologías, la capacidad de producir la copia de una obra dejó de ser una exclusividad de las industrias de contenido.

Creo también, por cierto, que hay que estar bastante perdido, como tantos opinólogos, para confundir "piratería" con "plagio". Hay derechos morales, de autoría, incuestionables, y hay derechos patrimoniales, cuyo único cuestionamiento es su ejecución. Creo que los creadores de contenido (artistas, cineastas, escritores, desarrolladores de software) tienen derecho, si quieren, a vivir de su creación y que, precisamente para eso, hay que buscar un modelo de negocio que no esté basado en el cobro por copia. Mientras tanto, es absurdo intentar cortar el caño. Sobre todo porque hay demasiados tubos.

Creo que la libertad de expresión sólo se debe regular con más libertad de expresión. Creo, no, que esto no es fácil.

Creo que para un periodista la objetividad es una opción.
Pero creo que decir la verdad no es opcional.

Creo que en estos tiempos en los que cualquiera puede ser un "reportero ciudadano", los periodistas deberíamos ser algo más que lo que la mayoría siempre hemos sido: blogueros con presupuesto. Creo que hay que intentarlo.

Creo que se me acabó el espacio.

ilustración: Andrés Edery

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JAIME ESPEJO ARCE