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Desde su nombre, el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales, MOVADEF, desafía el entendimiento. Que el PCP- Sendero Luminoso, una agrupación que no sólo nunca creyó en los derechos humanos sino que los repudió como un invento del “imperialismo” y la “burguesía reaccionaria” – y es responsable de más de 31,000 muertos– se reinvente ahora en nombre de los “derechos fundamentales” es de un cinismo aberrante. No porque creamos que no deban tener derechos, sino porque los reivindican oportunistamente. Sendero Luminoso, premunido hoy de una nueva identidad, el Movadef, aspira hoy a entrar en el juego democrático sin un atisbo de arrepentimiento por el baño de sangre que ocasionaron, aduciendo que lo que pasó en los ochenta y parte de los noventa fue una guerra, y que “en toda guerra hay muertos”.
Su principal objetivo es la liberación de sus militantes a través de una “amnistía general de civiles, policías y militares de la guerra interna” objetivo que de imponerse echaría por la borda una de las pocas cosas de las que nuestra precaria democracia puede enorgullecerse: juicios reconocidos internacionalmente como ejemplares y por los que hoy purgan condena un ex-presidente por delitos de lesa humanidad; su asesor y jefe de la mafia de corrupción más grande de la historia republicana; y el cabecilla del movimiento terrorista insurgente más letal de América. El Movadef propone abrir las cárceles y hacer “borrón y cuenta nueva”. Se trata pues de un proyecto repulsivo que merece una condena enérgica.
En las últimas semanas una serie de sectores de la opinión pública limeña: partidos, autoridades, juristas, organizaciones de derechos humanos y medios se pronunciaron abrumadoramente para que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) rechace la solicitud de inscripción del Movadef como partido político. El JNE la rechazó dos veces y el proceso estaba siguiendo su curso de apelaciones cuando sorpresivamente el Movadef desistió de la apelación argumentando “persecución política”.
Este lenguaje no tiene sustento, y las razones se van a continuar debatiendo. Pero lo que sí hubo fue un cargamontón mediático para presionar al JNE a que tome una decisión. Y este cargamontón motiva las siguientes reflexiones.
Quisiera aclarar, ante todo, que es importante diferenciar la condena ética al Movadef del rechazo su inscripción como partido. La condena ética puede hacerla (o no hacerla) cada quien, y nuestra posición personal es obviamente, y ha sido, de un rechazo contundente a dicho proyecto. Pero la inscripción es un asunto legal, que le compete decidir al JNE de acuerdo a las leyes vigentes. Sin embargo, si de algo no se habló en la campaña mediática fue de las leyes. Veamos un poco lo acontecido en el terreno legal.
El 28 de Noviembre del 2011 el JNE emite su primer rechazo a la inscripción del Movadef como partido político, por considerar su ideología un “defecto insubsanable”, además de inconstitucional, ya que “la adopción del Pensamiento Gonzalo implica necesariamente una acción violenta y no solo una línea ideológica”. Pero observando detenidamente la cita, y haciendo un esfuerzo por hacer abstracción de a quién se refiere, nótese la incongruencia conceptual: “que el pensamiento (…) implica necesariamente una “acción violenta”. ¿Pensamiento = acción? No tardó el Movadef en retrucar, citando el artículo 2 de la Constitución que “prohíbe la persecución por ideas o creencias y garantiza la libertad de expresión y pensamiento”.
Todo indica que el JNE reconoció los problemas con dicho argumento, y procedió a anular la citada resolución instando al Registro Único de Partidos (ROP, parte del JNE) a que emita un pronunciamiento “integral” que incluya todos los considerandos de la ley “sobre la solicitud de inscripción de un partido”. Este se produjo el 20 de Enero, en que el JNE vuelve a rechazar la inscripción del Movadef, pero enfatizando, esta vez, razones técnicas, tales como no cumplir con el número de comités provinciales, duplicación de militancia partidaria y falsas direcciones de los comités (pocos días después el Movadef desiste de apelar a esta sentencia).
Pero el argumento de fondo, el más sonado en los medios para justificar el rechazo a la inscripción del Movadef, fue su carácter antidemocrático. Se ha dicho que es un “suicido de la democracia” o un “exceso de la democracia” permitir que se inscriba. Pero podría argumentarse también que no es muy democrático exigirle al JNE que resuelva de una determinada manera, porque se trata de un poder del Estado que debe sujetarse a las leyes existentes, no a las que quisiéramos tener. Y lo que revelan la lectura de las resoluciones del JNE es que las leyes vigentes no le han dado herramientas suficientes para sustentar el rechazo de la inscripción por la vía ideológica.
El único texto al que pudo asirse el Registro Único de Partidos para argumentar que el “Pensamiento Gonzalo” es una ideología terrorista – y esto es importante que lo sepan quienes andan distorsionando a su conveniencia el Informe de la CVR– ¡fue precisamente el Informe de la CVR!
Otro argumento legal que se esgrimió en los medios fue el artículo 14 de la Ley de Partidos Políticos, de acuerdo al cual si un partido ejerce o predica la violencia, el terrorismo, y el narcotráfico será declarado ilegal. Pero lo que no se decía es que esta cláusula se refería a los partidos ya inscritos. Lógicamente, para que un partido pueda ser declarado ilegal ¡primero tiene que existir legalmente!. Esto, por supuesto, fue usado en su Defensa por los abogados del Movadef.
Se le increpó asimismo al Movadef (en la resolución posteriormente anulada del JNE del 28 de Noviembre) no cumplir con el acápite 2 de Ley de Partidos, que exige que estos tenga como uno de sus objetivos la defensa de los “derechos humanos (…) el sistema democrático y los tratados internacionales a los que se adhiere el Estado”. Pero, si ese es el caso, con la misma lógica que hoy se rechaza al Movadef no se debió permitir la inscripción de Fuerza 2011, el partido de Keiko Fujimori, que ha avalado un golpe de estado y escuadrones de la muerte, que busca liberar a un preso condenado por violación de los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, y que al igual que Movadef no se ha arrepentido de sus crímenes, y los llama más bien “excesos”. La diferencia es que el fujimorismo al buscar inscribirse escondió sus verdaderos fines, pero el Movadef no. ¿Es, entonces, más fácil entrar en el sistema democrático si se miente? Por eso, creo que el JNE actuó coherentemente al anular su propio dictamen inicial, basado en argumentos ideológicos, y optó por dar batalla por el lado de las formalidades técnicas.
Y digo que es coherente porque la verdad, y debemos asumirla, es que la Ley de Partidos establece exigencias de fondo que ningún partido cumple. Si se aplicara, muchos no podrán inscribirse, y otros tendrían que ser declarados ilegales. Entonces, o se sincera la ley, o se sincera la sociedad. Pero no sólo la ley no se cumple, ¡sino que pareciera que se aplica al revés! Pues nadie que observa, desde fuera, cómo operan los partidos en el Perú, podría imaginar que la ley les exige velar por la “vigencia de los derechos humanos” y los “tratados internacionales”, ya que si esta causa existe en el país no es gracias sino a pesar de los partidos.
Recuérdese como éstos rechazaron acremente el Informe de la CVR cuando se publicó en el 2003, pese a tener un carácter oficial, y pese a ser el documento más importante de nuestra historia desde el punto de vista de los derechos humanos, además del documento más completo sobre nuestro pasado reciente. Hoy la campaña por censurar su lectura y distorsionar su contendido continúa por parte de quienes dicen defender la democracia, con acusaciones absurdas de que éste es indulgente con el terrorismo.
El problema principal con la campaña para la no inscripción del Movadef, creo yo, es que se planteó como una dicotomía entre "la democracia" versus el Movadef; “todos contra el Movadef”, dando así, sin proponérselo, en la yema del gusto al “pensamiento Gonzalo”, que siempre buscó polarizar la sociedad para victimizarse y conseguir adeptos: o ellos o nosotros.
¿Pero realmente puede decirse que se trató de “la democracia” contra el Movadef, cuando entre quienes se sumaron al coro de “no a la inscripción” hubo sectores con trayectorias profundamente antidemocráticas? ¿Acaso el Movadef es el único partido en promover el olvido, la amnistía y la impunidad? ¿No fue nuestro propio ex-presidente, líder del partido más longevo, el primero en oponerse a la construcción de un Museo de la Memoria? ¿Acaso no promovió una ley de amnistía para los miembros de las fuerzas armadas? ¿Acaso no inició su segundo gobierno haciendo un llamado a la restitución de la pena de muerte y se despachó a su gusto con frases racistas y denigratorias contra los ciudadanos, a quienes concebía en una escala de “primera” y “segunda clase”?, ¿Tan pobre es nuestro concepto de democracia que basta decir “no a la inscripción del Movadef” para pasar por demócrata y sentirse autorizado a hablar en nombre de ella?
Por todo ello, creo que lo que estuvo detrás de la campaña de “no a la inscripción” no fue un debate. Ni legal ni moral. Fue un gran miedo. Y el miedo enceguece, simplifica, y niega. Hace tan solo dos semanas un diario titulaba en primera plana “Movadef, Partido Fantasma”, “seguidores del terror sólo existen en el papel”. Flaco favor a los estudiantes de las universidades públicas, como San Marcos, a aquellos que realmente quieren estudiar, pero ven cómo cada día el Movadef gana terreno en sus claustros, con la complicidad o aquiescencia de profesores y autoridades de la propia institución.
Negar, banalizar, fue el mismo error que pagó tan caro el presidente Belaúnde cuando a inicios de la década del ochenta Sendero lanzó sus primeros ataques terroristas; Belaúnde dijo entonces que debía tratarse de “infiltración comunista extranjera”. Y lo que vino después lo sabemos. Un buen antídoto para quienes se empeñan en imaginar a Sendero como un engendro de otro planeta es el libro reciente de la historiadora canadiense Jaymie Patricia Heilman, Before The Shining Path (Stanford University Press, 2010), donde concluye que muchos de los rasgos que se asocian con Sendero – autoritarismo, desprecio por los campesinos, racismo mesianismo, autoritarismo, sevicia, gamonalismo – eran prácticas habituales de otros partidos que operaban en Ayacucho antes de Sendero y anidaban en el seno de la sociedad y la política en las décadas previas.
Basta de apuntar con el dedo al otro lado. Es tiempo de hacer un examen interno como país y éste pasa por reconocer que ya no estamos en guerra. Más allá de las palabras con las que se ha pronunciado el Movadef, observemos sus hechos. Ellos pueden gritar “Pensamiento Gonzalo” todo lo que quieran, pero este es un tema que ni definen, ni mencionan siquiera en su “declaración fundadora” de Mayo del 2010. Lo que está claro es que reclaman un papel en el teatro de la democracia con un libreto que ya hemos visto en otros políticos: apelar al lenguaje de los derechos sólo cuando les conviene. Basta traer a colación las imágenes de una Martha Chávez defendiendo la Constitución, como ejemplo. Hoy los jóvenes seguidores de Abimael no se cubren el rostro ni se esconden en los cerros como hace tres décadas; corean abiertamente sus lemas. No dinamitan las ánforas electorales como lo hicieron en 1980; más bien buscan firmas para la inscripción de su partido, pero el miedo nos hace ver bombas allí donde hay planillones, lo cual nos lleva, a su vez, a negarles con vehemencia ese derecho. Hoy Artemio, en el Huallaga, admite que fue derrotado, que la vía armada “ya fue”.
Estos hechos ¿no son en sí una muestra que la democracia electoral ha terminado imponiéndose? ¿Y es acaso el Perú el único país donde algo así ha ocurrido? ¿Es preferible entonces arrinconarlos a la clandestinidad y que se encarguen de ellos la policía y el servicio de inteligencia? ¿No es mejor dar la pelea dentro del sistema, con las leyes? ¿O, por tratar de evitarla, se van a dar razones para una segunda guerra?
Hoy el Movadef ha renunciado a su intento de convertirse en partido, pero no nos extrañe que vuelva a intentarlo nuevamente. Si eso sucede y se le declara ilegal, un grupo con tal prontuario ¿se va amilanar por eso? Piénsese en la historia del APRA, tantas veces proscrita, para luego volver con batería recargada a gobernarnos dos veces. Condenar no basta. Proscribir no resuelve. Censurar no elimina el problema. Las ideas equivocadas se combaten con argumentos. Pero para argumentar hay que educarse, y eso es lo que no queremos hacer. Al final, una democracia holgazana que se dedica a proscribir a quienes revelan sus propósitos y abre la puerta a los que mienten está condenada a quedarse en pañales para siempre. Solía decir Carlos Iván Degregori que una de las razones por las que los jóvenes se sentían atraídos por SL cuando éste surgió en Ayacucho era porque se trataba de la única agrupación política que hacía lo que decía, en un país donde nadie lo hacía.
El verdadero suicidio de la democracia es, entonces, no hacer los cambios necesarios para canalizar las demandas sociales embalsadas por décadas; seguir ganando elecciones para gobernar con el programa de los que las pierden; sucumbir a la inercia. El gobierno tiene una enorme responsabilidad en ello, pero cada ciudadano y ciudadana debe comprometerse. Si el miedo es un obstáculo, sólo el conocimiento puede vencerlo. “Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” es un lema que siempre debemos tener presente. La primera tarea, entonces, es ejercer la memoria, y creemos en este sentido muy positiva la propuesta de la ministra Patricia Salas de difundir el Informe de la CVR en los colegios.
Para terminar, y ya que parece tan difícil salir de la guerra, más vale saber al menos quién es el enemigo. Yo creo honestamente, como Thich Nhat Hanh –– aunque me ha tomado mucho tiempo entenderlo –– que “un ser humano nunca es nuestro enemigo”. Un grupo humano no es nuestro enemigo. El enemigo es un atributo humano: es el odio, el miedo, la mezquindad, la mentira, el olvido. Llámenme idealista, llámenme como les parezca. Yo estoy convencida de que sólo identificando correctamente al enemigo podremos librar la batalla correcta.
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JAIME ESPEJO ARCE