Infiltrado era proveedor de logística para la agrupación terrorista y paisano del número dos de Sendero Luminoso del Vraem. Citó a “Alipio” en su vivienda de Pampas para entregarle repuestos para radios de comunicación que le había pedido, sin saber que los esperaban patrullas de las Fuerzas Especiales Conjuntas (FEC).
Doris Aguirre.
Desde Pampas, Llochegua.
Un “topo”, un infiltrado de la policía en la red de colaboradores de Sendero Luminoso en Llochegua, en la provincia ayacuchana de Huanta, fue quien condujo a la muerte a los “camaradas Alipio y Gabriel”.
Orlando Borda Casafranca, “camarada Alipio”, el mando militar más importante de los terroristas del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), confiaba ciegamente en el “topo”. Se conocían desde muy jóvenes porque eran casi contemporáneos y de la misma localidad, San José de Secce. Eran paisanos.
El infiltrado comunicó a las fuerzas antiterroristas del desplazamiento de “Alipio” y de “Gabriel”, Martín Quispe Palomino, de La Convención, Cusco, a Llochegua, Ayacucho, para la ejecución de una escalada de atentados.
El “topo” –cuya identidad se mantiene en reserva por razones de seguridad– fue captado hace aproximadamente cinco meses por ex senderistas del Vraem, que trabajan como colaboradores eficaces de los equipos de la policía antiterrorista (Dircote) y antidrogas (Dirandro), los que forman parte de la Brigada Especial de Inteligencia autodenominada “Lobo”, que también integran las Fuerzas Especiales Conjuntas (FEC), de las Fuerzas Armadas.
El colaborador de las fuerzas del orden era conocido en Llochegua como uno de los principales proveedores de equipos logísticos a la organización terrorista que lidera el cabecilla Víctor Quispe Palomino, “camarada José”, según fuentes policiales y militares.
LA ÚLTIMA MORADA
Su reclutamiento como “topo” fue facilitado por ex senderistas que habían formado parte de un pelotón de seguridad de “Alipio”, por lo que conocían de sus rutas de fuga, sus lugares de refugio, y, en particular, a la red de colaboradores de la organización, entre los que se encontraba el infiltrado.
Con la información suministrada por el “topo”, se montó la “Operación Camaleón” con el objetivo de neutralizar a “Alipio”. No había plazos. Todo dependía de la coordinación entre “Alipio” y el infiltrado. Solo era cuestión de tiempo para que el informante comunicase el momento en que el jefe militar terrorista informara de su presencia en Pampas, donde lo esperaba en una vivienda.
De acuerdo con las fuentes, al “topo” se le entregó un celular controlado por el Sistema Constelación de interceptación de comunicaciones, que maneja la Dirección Antidrogas.
El informante había asegurado que en cualquier momento se presentaría “Alipio” con “Gabriel”, quienes recientemente –el 24 de julio– habían dirigido la destrucción de 20 maquinarias pesadas en Tutumbaro, Llochegua, donde se habilita la carretera Huamanga-San Francisco.
“Alipio” le había pedido al “topo” que le consiguiera una serie de accesorios para sus equipos de comunicación. El infiltrado y el cabecilla senderista acordaron que le proporcionaría los implementos en su vivienda de Pampas. Para sorpresa del “topo”, le dijo que no enviará a nadie a recogerlos sino que se presentaría personalmente.
Era el momento que esperaba el infiltrado para comunicar a las fuerzas antiterroristasde que la hora había llegado. Desde ese momento se inició la coordinación con las Fuerzas Especiales Conjuntas (FEC), los comandos de élite de las Fuerzas Armadas, el desplazamiento de patrullas hacia Pampas para esperar el arribo de “Alipio” a la casa del “topo”.
DOS PÁJAROS DE UN TIRO
Poco después el “topo” sorprendería con una nueva información: “Alipio” llegaría con “Gabriel” y con una columna de 20 senderistas desperdigados en el trayecto para evitar una emboscada.
Según la ruta que había previsto “Alipio”, llegaría a Pampas por las alturas de Llochegua, y de Pampas, luego de entrevistarse con el infiltrado en su casa, enrumbaría a Putis.
Pampas es una comunidad compuesta por unas 30 familias, la mayoría ayacuchanos y huancavelicanos. Se dedican al cultivo de la hoja de coca, café, plátanos y otros productos alternativos entregados por el Estado.
Para llegar a Pampas, se parte de Llochegua y durante dos horas en vehículo se llega hasta el poblado de Santa Teresa. Hay que caminar otras tres horas para alcanzar Pampas.
Transportadas por helicópteros del Ejército Mi-17, dos patrullas de las FEC fueron insertadas en las cercanías de Pampas y se aproximaban al punto conforme “Alipio” avanzaba hasta la casa de dos pisos de madera del “topo”. Es una de las primeras viviendas al ingresar en Pampas.
“Alipio” llegó poco después de las 9 de la noche en compañía de “Gabriel”.
El “topo” no había mentido.
TODOS DORMÍAN
Según versiones de los pobladores de Pampas, la primera explosión se originó a las 9 y 30 de la noche del domingo último en la casa del “topo” y luego se produjo un incendio que dejó en cenizas la vivienda.
“Nosotros estábamos durmiendo cuando de pronto se escuchó una fuerte explosión que venía de la casa de la familia Araujo. Todo estaba oscuro, solo se veía el fuego que consumía la vivienda. Pensamos en un primer momento que los ‘tíos’ (terroristas) estaban atacando.
Pero al salir por mi ventana observé gran cantidad de militares que disparaban contra la vivienda incendiada”, dijo a La República el poblador Crisóstomo García.
Al observar las llamaradas, García salió de su casa para ayudar a apagar el fuego, pero se encontró con el “topo” que le dijo que se largara del lugar si no quería morir.
El “topo” buscó un pretexto para no estar en la casa cuando atacaron las Fuerzas Especiales Conjuntas (FEC).
Celestino Aguilar Ccente, otro poblador de Pampas, declaró a este diario que luego de la explosión se escucharon otras detonaciones en la misma casa y que muchos pobladores huyeron hacia el monte ante la llegada de varios helicópteros militares.
“Después de dos horas los militares controlaron el fuego y en la madrugada sacaron varios cuerpos, que los subieron a un helicóptero que descendió en el centro de la comunidad. También se llevaron a toda la familia que vivía ahí”, relató Celestino Aguilar.
El agente municipal de Pampas Johnny Valverde expresó que los pobladores no se percataron de que los senderistas se encontraban dentro de la casa incinerada porque llegaron a la comunidad de noche cuando estaban durmiendo.
“Ante las explosiones la mayoría de los comuneros cargaron a sus hijos y se fueron para el monte. No entendíamos lo que estaba pasando”, dijo Valverde.
El olor a carne calcinada invadió los cuatro puntos cardinales de Pampas.
Entre la madera quemada de la vivienda que fue la tumba de “Alipio” y “Gabriel” todavía se observaban restos de cráneos que los perros husmeaban. También se notaban huesos de extremidades inferiores y superiores calcinados.
“Alipio” fue liquidado por la delación de un paisano en su propia tierra, Ayacucho.
En cifras
120 Efectivos militares y policiales participaron en la Operación Camaleón.
30 Familias son las que habitan en Pampas, una zona de cultivo de coca y café.
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