Por: AUGUSTO ALVAREZ RODRICH
Desde un pajarito azul no se puede liderar la nación.
No faltarán quienes piensen –con razón– que la renuncia de tres congresistas de línea Izquierdista a la bancada oficialista mejorará la coherencia del gobierno, pero este hecho también puede ser expresión de la falta de liderazgo de una Presidencia que aún no cumple su primer año, lo cual encierra graves riesgos para el futuro del país.
Verónika Mendoza, Javier Diez Canseco y Rosa Mavila renunciaron a la bancada del Partido Nacionalista-Gana Perú haciendo notar el cambio de ideas del presidente Ollanta Humala en relación con la campaña.
Con su partida, además de la expulsión previa de Jorge Rimarachín, la bancada, que empezó con 47 miembros, hoy anda por los 43, pero no debe descartarse que el grupo disidente crezca en breve, mellando la capacidad de negociación del gobierno en el Congreso. Es probable que pronto el fujimorismo sea –con sus 37 disciplinados votos– la primera minoría parlamentaria.
Es evidente, por un lado, que un sector relevante de PN-GP tiene un pensamiento muy distinto del que hoy prima en el gobierno. Pero, por el otro lado, también es notorio el escaso esfuerzo realizado por el presidente Humala para explicarle a su bancada la motivación de los cambios y por qué estos no desvían la búsqueda de los objetivos fundamentales de su candidatura.
Algunos sectores preocupados por la ‘izquierdización’ de Humala verán en este proceso un reacomodo político positivo del gobierno.
Pero eso es, al mismo tiempo, un riesgo para un gobierno cada vez más frágil que va a acabar dependiendo para su sobrevivencia, durante los próximos cuatro años, de intereses distintos en aspectos cruciales a los de su plataforma inicial varios de los cuales no tienen nada que ver con los asuntos económicos.
Si esto fuera una estrategia política bien planeada en Palacio de Gobierno, en fin. Lo más probable, sin embargo, es que estemos ante un gobierno al que las circunstancias arrastran por rumbos no planeados.
A esto se suma la cada vez más notoria descoordinación de un gabinete ministerial cuya cabeza está hoy más preocupada por mantener el puesto y en donde se ha perdido la coherencia que fue el objetivo central de su formación en diciembre pasado. Una expresión de ello es la lentitud y paralización que hoy se observa en el gobierno para la ejecución de proyectos públicos y la promoción de la inversión privada.
El problema de fondo radica en la necesidad urgente de que Ollanta Humala refuerce el liderazgo que demanda la Presidencia, lo cual incluye, sin duda, la capacidad de diálogo, persuasión y movilización para orientar al país. Y, para eso, un twitter es insuficiente. Desde un pajarito azul no se lidera la nación.
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JAIME ESPEJO ARCE