martes, 15 de mayo de 2012

MEXICO TOCA FONDO


México. Las escenas de cuerpos decapitados y mutilados en Nuevo León, donde 49 cadáveres fueron arrojados a la carretera este fin de semana, revelan el extremismo con el que actúan los criminales en su disputa por el control territorial.
Horror. Nada detiene la brutal violencia desatada por las mafias mexicanas en su demencial lucha por la supremacía en el ilegal negocio de las drogas.
Según el gobierno del estado de Nuevo León, a los cadáveres de Cadereyta se les había cortado la cabeza, los brazos y, en algunos casos, las piernas. Y de acuerdo con el vocero del gobierno estatal, ninguno de ellos presentaba heridas de bala, por lo que podrían haber sido torturados y mutilados a sangre fría, mientras aún estaban vivos.
Pero, ¿qué hay detrás de la extrema violencia y crueldad con la que estos grupos actúan?
Las autoridades argumentan que los criminales recurren a esta brutalidad para dificultar la identificación de sus víctimas, por lo que todavía se desconoce quiénes son realmente los fallecidos, si son mexicanos o migrantes, o cuándo fueron asesinados realmente.
"Es un reflejo de los actos que han venido ocurriendo a lo largo del país, como fue recientemente lo de Nuevo Laredo, lo que ocurrió hace unas semanas en Jalisco y hace algunos meses en Veracruz", explica Jorge Domene, vocero de Seguridad de Nuevo León.
Una consecuencia, dice, de una guerra entre cárteles que se intensifica en esta región del noroeste mexicano. Pero no es ese el único objetivo de estas salvajes técnicas, advierten los expertos.
Guerra psicológica
Nuevo León es desde 2010 escenario de una brutal batalla entre dos poderosos grupos criminales –el cartel del Golfo y Los Zetas– que se disputan el mercado local de venta de drogas y, sobre todo, el tráfico hacia Estados Unidos a través de este estado fronterizo con Texas.
A esta batalla se une ahora otro cartel, el de Sinaloa, según expertos en crimen organizado, lo que explica las recientes matanzas allí y en otros estados mexicanos.
No se trata solo de una batalla ordinaria entre rivales, es casi una guerra psicológica o una "guerra de reputaciones" para advertir al enemigo de las consecuencias que tendrá para su gente entrar en lucha con ellos y para amedrentar a la población civil, que cada mañana desayuna con nuevos detalles macabros de las matanzas en México.
Si su objetivo es asustar, ya ha tenido los primeros resultados. El diario El Mañana, de Nuevo León, anunció este lunes en un editorial que debido a la violencia en la región, "se abstendrá, por el tiempo necesario, de publicar cualquier información que se derive de las disputas violentas".
"El consejo editorial y de administración de esta empresa ha llegado a esta lamentable decisión, obligado por las circunstancias que todos conocemos y por la falta de condiciones para el libre ejercicio del periodismo", reza el texto del periódico, que sigue los pasos de otros medios amenazados en México.
La última actualización de la base de datos sobre homicidios relacionados con el crimen organizado –el instrumento con el que el gobierno mexicano mide la evolución de la violencia– se publicó en enero de 2012 y revela un aumento en el número de homicidios, aunque a menor ritmo que en años anteriores.
Ante la falta de cifras oficiales actualizadas, los medios de comunicación citan varios casos recientes de asesinatos múltiples en regiones como Nuevo León como prueba de que la violencia no ha cesado.

 La ansiada paz se aleja cada día más
 El 4 de mayo, 23 personas aparecieron sin vida en Nuevo Laredo (Tamaulipas), algunas de ellas colgadas de un puente y con mensajes de advertencia dejados por los presuntos autores del crimen.
A la vez, hechos similares se han sucedido en las últimas semanas en Veracruz y Jalisco.
Mientras que en Juárez, considerada antes la más peligrosa del mundo, han pasando dos semanas sin ningún homicidio, un hito para la localidad más golpeada por la guerra al narco, con más de 10.000 asesinatos en los últimos cuatro años y medio.

El gobierno mexicano también presume avances en Chihuahua, Veracruz, Tijuana y la Comarca Lagunera. La vocera del presidente, Alejandra Sota, resaltaba hace unos días la reducción de la delincuencia en México.
Pero los 49 cuerpos, casi descuartizados y lanzados al suelo en bolsas de plásticos en la carretera que une a Monterrey y Reynosa sirven de recordatorio a México: el fin de la violencia podría estar un poco más lejos que hace unas semanas.

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JAIME ESPEJO ARCE