Malala de Maiwand fue una heroína pastún que logró la victoria afgana durante la Segunda Guerra Anglo-Afgana en 1880. En Afganistán, muchos hospitales y escuelas llevan su nombre; y una niña paquistaní de 15 años también.
La historia de Malala Yousufzai comenzó en el 2009, cuando empezó a contar sus vivencias a través de un blog de la BBC titulado Diario de una escolar pakistaní, bajo el seudónimo de ‘Gul Makai’, que significa ‘flor del maíz’ en urdu.
Dos años antes, los talibanes habían empezado a expandir su poder en el valle de Swat, hogar de Malala. Los esfuerzos del ejército para combatir a este grupo religioso fundamentalista no surgían efecto, es entonces cuando la familia Yousufzai decide escapar hacia Buner. Sin embargo, los militares lanzan una operación para recuperar el control del valle y, como otras familias, retornan a sus hogares. Tiempo después, se descubre la identidad de Gul Makai.
Malala vive con miedo. Tiene pesadillas constantes –según relata– sobre helicópteros militares y talibanes apoderándose de su ciudad. "¿Y cuando no esté en casa en la noche, entonces, qué pasa?", le pregunta su padre. Malala se tapa la cara con las dos manos y llora en silencio.
Domingo 4 de enero: Debo ir a la escuela
Hoy me levanté tarde, a eso de las 10 de la mañana. Antes de la operación militar solíamos ir de picnic los domingos. Pero ahora la situación es tan mala que no hacemos un picnic hace más de un año y medio. (…) Hoy hice tareas del hogar y jugué con mi hermano. Pero el corazón me latía rápido porque mañana tengo que ir a la escuela.
Lunes 5 de enero: No uses vestidos de colores
Me estaba vistiendo para ir a la escuela y me iba a poner el uniforme pero me acirdé de que la directora nos había dicho que no usáramos el uniforme sino nuestra ropa habitual. Así que me puse mi vestido rosa favorito. (…) Más tarde, en la escuela, nos dijeron que no usáramos ropa de colores porque el Talibán no estaría de acuerdo.
Las costumbres sobre el trato a la mujer en Oriente son totalmente distintas a las de occidente. Algunos historiadores cuentan que en la época de la Edad Media existían dudas sobre si la mujer tenía alma o no. En la actualidad, los talibanes privan a las mujeres de todos sus derechos. No pueden hablar, no pueden hacer ruido al caminar, están obligadas a usar laburka, una tela gruesa que las tapa de arriba abajo. Tampoco tienen educación. Los talibanes paquistaníes tienen una larga lista de ataques contra civiles y militares. Entre ellas figura Malala.
"Me gusta mi uniforme pero no estoy autorizada para usarlo", dice mientras mira un traje azul con mangas y basta largas. El 9 de octubre, Malala regresaba del colegio en un bus escolar en Mingora. Había terminado de dar el examen de mitad de curso del noveno grado. Unos hombres detuvieron el bus y uno de ellos preguntó: '¿Quién es Malala?'. Una niña del grupo apuntó hacia ella, e instantáneamente el talibán comenzó a disparar. Junto a ella, dos niñas resultaron heridas.
La razón del ataque –comunicaron los talibanes– había sido por considerarla una "espía de occidente", por "hablar contra los talibanes" y por oponerse "hacer propaganda contra el islamismo". La ‘niña símbolo’ quedó herida con una bala que le había atravesado la cabeza y otra en el cuello.
En Pakistán y en el mundo, mientras Malala Yousufzai yace en una cama de hospital en Inglaterra, crece la indignación y rechazo contra el talibán. "Si el talibán es un modo de pensar, entonces Malala es también un modo de pensar", dice el activista Saman Jafery. El poderoso partido político paquistaní MQM organizó un mitin que congregó a miles de personas para expresar a través de pancartas y banderas su apoyo a Gul Makai, la flor de maíz.
Ziauddin Yousufzai, padre de Malala, cuenta que cuando la vio recién nacida, la miró directamente a sus ojos y se enamoró de ella. El pasado viernes 26 la vio nacer de nuevo. Era la primera vez que se reunían luego del atentado. Él cree que su recuperación fue un milagro.
Dicen que cuando Malala de Maiwand levantó la bandera afgana, gritó: "Si no caen en la guerra, por Dios, serán recordados como símbolo de vergüenza". Cuando el año pasado le preguntaron en una entrevista "¿por qué arriesgas tu vida?, Malala Yousufzai, Gul Makai, respondió: "porque mi gente me necesita".
El mundo necesita más Malalas.