No solo Susana Villarán ha resultado la gran perdedora de las elecciones regionales y municipales del domingo último. Los magros resultados obtenidos por el Partido Popular Cristiano (PPC) significan, sin duda, un duro revés para un partido que se ha caracterizado por su tradición municipalista. Jaime Zea, su candidato a la alcaldía de Lima, apenas obtuvo un 2.3% de los votos y ocupó el sexto lugar, con lo cual ni siquiera lograrían colocar un regidor en el consejo municipal, de acuerdo con el conteo preliminar de la ONPE. Y en los distritos, el PPC consiguió ganar solo siete de las 48 alcaldías en disputa. 
Ante este estropicio electoral, Lourdes Flores, la principal figura del partido, ha hablado de la necesidad de realizar un “análisis muy severo” porque “evidentemente no nos ha ido bien”. Nada bien si se compara lo logrado este año con la campaña de las municipales de 2010, cuando si bien Flores perdió sorpresivamente ante Villarán, su partido consiguió ganar en 15 distritos y colocar en el consejo a 13 representantes, constituyéndose así en la primera fuerza de oposición y el partido con más alcaldías municipales. Aunque un dato no menor es que aquella vez compitieron en alianza con Solidaridad Nacional, el partido del ahora electo alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio.


Este año el revés en Lima del PPC es más significativo puesto que siempre la capital y los distritos de clase media han sido su bastión, para un partido que nunca terminó de tener una representación sólida a nivel nacional. Obtener menos de la mitad de las alcaldías distritales que cuatro años atrás, bien puede interpretarse como un corolario de las divisiones internas que están viviendo, muchas de ellas ventiladas públicamente en el proceso de selección del candidato que competiría en Lima. 


El chasco ha sido menor gracias a la reelección de cinco de sus alcaldes: Rafael Álvarez en Carabayllo, Marco Álvarez en San Borja, José Luis Mamani en Surquillo, Emilio Chávez en Cieneguilla, José Guillermo Fernández en Punta Hermosa y el ingreso de Javier Altamirano quien ganó en San juan de Miraflores y Manuel Velarde en San Isidro—que ha conseguido el triunfo por un pelo—. De estas victorias políticamente hablando los triunfos en el balneario de Punta Hermosa y en un distrito periférico como Cieneguilla resulta menores, en cambio ha tenido reveses importantes en Pueblo Libre, donde Rafael Santos, que incluso llegó a competir para ser el candidato del partido para Lima, perdió o en Jesús María donde Enrique Ocrospoma corrió con la misma suerte, ambos distritos otrora bastiones del PPC. En las regiones, donde apostó por triunfos sobre todo en el norte, perdió en todos y al parecer sus candidatos ni siquiera lograrían participar de una segunda vuelta.   
Analistas políticos como Fernando Tuesta o Carlos Meléndez han señalado al partido que fundó Bedoya Reyes como uno de los grandes perdedores de estas elecciones, aunque si se amplía el ángulo de mira el escenario se extiende al resto de los llamados partidos tradicionales que ahora también en la capital, antes en las regiones, han sido desplazados por los movimientos locales, en una tendencia que lleva presente en la política peruana desde hace casi una década.
Hasta el momento, solo Flores, líder del lado reformista del partido ha dado la cara, no sin mencionar en alguna entrevista que el regidor Pablo Secada, que era su candidato y que fue desplazado de la contienda interna debido a una denuncia por maltrato físico a su esposa, era la mejor carta. En tanto, Rául Castro, presidente del partido, líder del ala conservadora y en quién, en la interna, recae la responsabilidad mayor de esta casi debacle, no se ha pronunciado. Una análisis parece, es solo primer paso de una necesaria reforma si es que pretenden tener alguna posibilidad de cara a la presidenciales del 2016.