Tras la revelación de las verdaderas condiciones carcelarias del expresidente Alberto Fujimori Fujimori, condenado a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad, esta mañana el diario La República publica esta mañana en sus versiones impresa y web el siguiente editorial que copiamos totalmente para compartirlo con ustedes.
Fujimori: La gran casa
Privilegios penitenciarios de larga data.
Las pruebas gráficas publicadas por La República y otros medios esta semana, ayudadas por la inocencia dolosa de Kenji Fujimori, ratifican lo que era oficial desde hace tiempo:Alberto Fujimori pasa sus días gozando de formidables privilegios y en condiciones de abusiva libertad de movimiento, lo que presume la existencia de un acuerdo político que en algún momento permitió su cómoda vida. La prensa, otra vez la prensa, ese viejo adversario que nunca pudo derrotar, aunque en algunos casos comprar, ha develado nuevamente los manejos que se tejen alrededor de este personaje, todo un emblema de la oscuridad pública.
Fujimori goza de libertad absoluta en el espacio de una hectárea desde cuando el 27 de julio de 2009, el gobierno de entonces resolvió ampliar la extensión del Establecimiento Penitenciario Barbadillo. Este diario ha consignado que la resolución que lo ordenaba, N°0517-2009-IN/PNP, fue firmada por Octavio Salazar Miranda, a la sazón ministro del Interior, premiado luego como cabeza de lista del fujimorismo por La Libertad, y ahora parlamentario. La impunidad que reina en el sistema político hace que este personaje favorecido por una prebenda a plazo fijo no haya sido denunciado o se encuentre investigado.
Los arreglos políticos que llevaron al relajamiento de las condiciones carcelarias de Fujimori podrían explicarse con el apoyo de su bancada a determinados actos de gobierno,especialmente al respaldo al oficialismo en el Parlamento, y por su negativa a participar en iniciativas de control político. Durante la campaña electoral el penal que alberga a Fujimori fue el centro de campaña de Keiko Fujimori. Pruebas gráficas denunciaron en su momento el masivo ingreso de personas y la realización allí de reuniones partidarias. Fuentes del INPE indican que uno de los locales del penal fue usado como depósito de la propaganda de la candidata del fujimorismo.
Este simple hecho certifica que Fujimori gozaba de plena salud y que se encontraba lejos de la depresión, a tal punto que dirigió gran parte de la campaña de su hija. El argumento oficial que pretendía justificar una localización especial del reo fue que en su condición de ex presidente podría ser objeto de atentados contra su vida a razón de su lucha contra el terrorismo. No obstante, ningún estándar internacional ni experiencias de ex mandatarios detenidos ha confundido seguridad con cárcel dorada.
Los privilegios de Fujimori son una burla al poder jurisdiccional que lo sancionó. La cárcel dorada de un ex presidente luce ante la opinión pública como una forma de impunidad. Es, al mismo tiempo, una bofetada a las carencias en otras prisiones. El jefe del fujimorismo tiene a su disposición televisor, cable, wáter con calefacción, taller propio de pintura, sala de recibo, profesor de arte, cocina implementada y moderna, jardín personal, médico de cabecera, recibe visitas a discreción y escoge a los miembros que lo custodian.
En esas condiciones, el cierre del Penal de Barbadillo es una obligación moral del gobierno pues no se puede hablar seriamente de una reforma penitenciaria si un preso ocupa el espacio y concentra las comodidades de otros 5 mil. En esta escandalosa situación, sin embargo, se ha configurado por lo menos el delito de tráfico de influencias que aún no ha prescrito. El Ministerio Público debería investigarlo, encontrar a los responsables y denunciarlos ante el Poder Judicial.