jueves, 15 de noviembre de 2012

Comprando el periódico


Escribe: Mirko Lauer Mirko Lauer
¿Qué creía Alberto Fujimori que se estaba comprando con esos S/.122 millones para la prensa chicha? Esencialmente, poder de fuego contra sus enemigos en la política electoral. La idea era que suficientes andanadas de periodismo soez liquidarían el prestigio de las figuras de la oposición entre los sectores populares, y de paso el de la oposición misma.
Pero como los jefes de esos medios no eran ni remotamente estrategas publicitarios, sino gacetilleros zafios, lo que se terminó comprando el gobierno fue un conjunto de insultos ineficaces, sobre todo por la socorrida vía del apodo repetido hasta el absurdo y la pulla personal. Así, por ejemplo, Luis Castañeda se volvió “el nerviosito” o Alberto Andrade directamente “el chancho”.
Los insultos fueron reforzados con texto directamente proporcionado por algunos agentes del SIN, un estilo de amenaza forjado en el cultivo de la llamada telefónica anónima. Con todo esto un AFF desesperado por el curso de los acontecimientos esperaba ayudarse a ganar las elecciones. Como se sabe, no tuvo tiempo de descubrir si la cosa funcionaba.
Probablemente el objetivo no era reducir la votación de los rivales, sino simplemente crear un clima de envilecimiento para facilitar el fraude. No tanto el desprestigio de los candidatos, sino el amedrentamiento de los electores. Como el criminal que se da valor gritando insultos contra quienes está asaltando en ese momento.
AFF no estaba comprando el apoyo de los conductores de la prensa chicha, pues ese apoyo lo tenía de partida y por definición. Lo que estaba comprándoles era el derecho a convertirlos en una máquina de insuflar temor a la población. El primer paso en esa técnica es polarizar las cosas para impedir toda posibilidad de debate.
Los zares más visibles de la prensa chicha fueron a parar con sus huesos a la cárcel. Algunos redactores y medios mantuvieron algunos de los rasgos de ese periodismo de los años 90, aunque ya solo como un estilo personal. El intento de demolición del discrepante antes que el intento de debatir con sus posiciones.
De más está decir que la idea de comprar chicha, y tan cara, no puede ser de AFF. Es Vladimiro Montesinos quien traía la experiencia del periodismo chavetero, desde los tiempos de la columna de chismes Servicio de Inteligencia, que regentaba en la revista Kausachun. Si funcionó en los cuarteles, podría funcionar afuera, debe haber pensado.
Sin duda buena parte de la prensa popular de aquel entonces venía predispuesta a vender un escalamiento de su grosería. Es importante señalar que pocos años después alcanzó predominio una prensa popular de calidad, respetuosa de sus lectores y cuidadosa de la calidad de su contenido. No hay mal que por bien no venga.

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JAIME ESPEJO ARCE