jueves, 15 de noviembre de 2012

Algo más sobre el indulto




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Y ahora nos quieren agarrar al bobo. Pero ya ven. Por más que traten de hacernos creer que Alberto Fujimori es como Leonardo Di Caprio resbalando por la cubierta inclinada del Titanic, a punto de ahogarse y morirse con grititos y chillidos lastimeros, no hay forma. Y eso que primero intentaron lo contrario, que es lo que más les gusta. Imponerlo al grito, de un puñetazo en la mesa, escribiendo columnas flamígeras y exclamando homilías vitriólicas desde los púlpitos eclesiales, que, si todavía no se han dado cuenta, en muchos casos son fujimoristas.
Y bueno. Desde entonces nos vienen con “basta de odios”, “reconciliación”, “el hombre que pacificó y le dio estabilidad económica al país se merece el indulto”. Y así.
Lo patético es que si ahora dices que estás en contra del indulto, te miran como si fueses un inhumano, o como si te gustase torturar gatos, o quisieras comerte a Piolín, o te provocase matar al Correcaminos. En serio.
Pero yo, la verdad, no tengo nada contra el indulto humanitario. Ya lo he dicho antes, en otros sitios. El asunto es que para que ese indulto sea realmente humanitario, la supuesta víctima debería estar muriéndose de verdad, que no es el caso. Si insisten en ello, entonces que me demuestren a través de un proceso de verificación independiente, con exámenes realizados por médicos probos y solventes, de ésos que no te dejan dudas, sobre la salud actual del ex autócrata. Porque el problema es que si hay un indulto a lo Crousillat, en plan bacalao, o sea, la cosa va a terminar mal. Muy mal.
Si me preguntan, la cosa parece que viene como siempre. Con mentiras. Artificios burdos. Fotos con propósitos manipuladores. Medias verdades. Falsas alarmas. Melindres aspaventosos. Y todo eso.
Y será así hasta que el Gobierno de Ollanta Humala zanje este asunto que ha levantado tanta polvareda y tan poca vergüenza. Ya lo dijo, además, Gustavo Gorriti en Caretas: “La primera responsabilidad del estadista es defender la democracia de sus enemigos”. Y el fujimorismo, si no lo es todavía (debido a que perdió las elecciones), lo ha sido. Y, en consecuencia, potencialmente sigue siéndolo.
En fin. Como también lo ha dicho por ahí, en La República, Augusto Álvarez Rodrich: “Un indulto que no se sustente en razones estrictamente de salud sería un insulto”.


Y es así. Porque eso de “hay que indultar al Chino” porque está enfermito, porque está vejete, porque se siente triste y deprimido, porque míralo cómo sale en la foto, porque ya no representa ningún peligro para la sociedad, porque basta de “odios que no paran” (como reza el fujimorista de la Catedral), porque el indulto nos va a reconciliar, porque el 75% lo reclama, porque basta de mezquindades, porque ahora necesitamos actos de grandeza, porque patatín, porque patatán, sería una insensatez.
Lo patético es que si ahora dices que estás en contra del indulto, te miran como si fueses un inhumano, o como si te gustase torturar gatos, o quisieras comerte a Piolín, o te provocase matar al Correcaminos. En serio.
Como sea. No sé si ya se acordaron, pero Fujimori fue condenado en un juicio impecable por delitos de lesa humanidad. Por eso, si hay algo que irrita en esta historia que exige “compasión”, es esta angurria por concederle, encima, un trato preferencial a como dé lugar, sin importar el costo.
Ah, sí. Y un poquito de dignidad, por favor. Esa foto de Fujimori echado sobre una cama, con la cabeza reposando sobre una almohada, mientras sus cabellos han sido cuidadosamente descuidados, como si hubiesen estallado, y la mano descansando sobre el abdomen, con la mirada del Ecce Homo: “soy un deshecho humano, un varón de dolores”, pues qué quieren que les diga. Supera a todas las anteriores, es verdad. A todas. A la de la lengua lacerada. A la de los oncólogos buceando en su boca. A la de las tetillas al aire. A todas, ya lo dije.
Lo peor es que si creen que este álbum de fotos ayuda a la campaña, se equivocaron. La próxima fotografía —solo es una sugerencia, claro— debería parecerse a un personaje de The Walking Dead. Créanme. Por ahí va la cosa.
Sí, ya sé. En el fujimorismo ya no hay operadores ni creativos de ese calibre; y se nota. Porque, o se fueron de picnic, o están presos. Ahora únicamente quedan Keiko y Kenji, que es como para llevarse las manos a la cabeza.

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JAIME ESPEJO ARCE