viernes, 6 de enero de 2012

Tras ser declarado corrupto, Carlos Raffo agradeció a Dios.



Raffo es un corrupto confirmado ante un tribunal de Justicia, como su jefe y un alto número de sus colaboradores más cercanos, pero por alguna extraña razón no va a ir preso, lo que ha festejado con estruendo para que todos sepan que eso de defender el buen nombre era un cuentazo y que lo que había tenido aterrado al Panda en los años en que hizo del Congreso su escudo, era terminar acompañando al general Hermoza y a unos cuantos de la divisa naranja que aún quedan en el Penal San Jorge y otras prisiones.
Está probado que Raffo recibió dinero de Montesinos, más de 400 mil dólares para cancelarle, con dinero del Estado, la campaña del “baile del chino” del año 2000. El ex congresista arguye que no sabía ni le importaba de dónde llegaba esa plata y que Fujimori le dijo que esa era la Ventanilla de pago.
El delito de Raffo es mayor que el de los congresistas que vendieron su voto, pero los jueces, que fueron duros en sus considerandos de sentencia, terminaron débiles al definir la pena final.
Como coartada, Raffo inventó una bronca con Montesinos que nadie vio en los años de la dictadura, un odio singular del ex asesor contra su persona y una red judicial que seguía respondiendo al hombre de inteligencia.
Pero si hay una fecha en la que estos dos se transforman en “enemigos íntimos”, ésta coincide directamente con el inicio de las investigaciones sobre el publicista mencionado en una serie de declaraciones del personal del SIN que señalan que visitaba con frecuencia a Vladimiro y se retiraba con fajos de billetes que ellos le preparaban y que incluso enviaba a su asistente en la agencia publicitaria a recaban el efectivo.
También es verdad que cuando Raffo necesitó a Montesinos como enemigo para decir que las acusaciones en su contra eran patraña de su “enemigo”, Keiko también andaba necesitando trasladarle todos los crímenes y robos de los 90 a un culpable que no fuera su padre y que se llamaba Vladimiro Montesinos.
El Fujimorismo de los 2000, encabezado por la hija del preso, se hizo antimontesinista por necesidad política, y Raffo por necesidad jurídica.
Pero ni Keiko ni el Panda han podido nunca sintonizar su afirmación de que no hay que creerle a Vladimiro porque es un delincuente, con los más de diez años que el infalible Alberto Kenya le creyó a pie juntillas a su asesor de inteligencia.
Mucha gente no oculta su confusión con un Raffo que había declarado su inocencia y está celebrando haber pasado a la condición de corrupto con libertad condicional. Debería darle vergüenza, pero no le da.
Como tampoco se ha visto que Keiko, Kenji o Martha Chávez se hayan sentido mal con el hecho de que el ex presidente Fujimori aceptara todas las acusaciones de corrupción en su contra (las que formaban parte del paquete de extradición de Chile, dejando decenas de otros casos en el tintero), y se acogiera a la reducción de pena.
Está visto que el Fujimorismo no tiene reparos en admitir su condición de pandilla corrupta y de vivir con eso tranquilamente. Es una manera de decirle al país que no se preocupe por ese tipo de detalles, que si no recuperaron el poder en el 2011 todavía tienen un largo camino por delante, en un país que admite la podredumbre. (Raúl Wiener)

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JAIME ESPEJO ARCE