Por: Augusto Álvarez Rodrich
¡Buena señal!: Ejecutivo observó la Ley Mordaza
El 28 de diciembre, en el Día de los Inocentes, publiqué una columna que inventó una observación del presidente Ollanta Humala a la ‘ley mordaza’ con el objetivo de alertar, en base a la ironía, sobre un proyecto inconveniente para el país.
Hoy, eso ya no es broma, pues ocurrió ayer mediante una carta dirigida al presidente del Congreso que incorpora el concepto antes ausente del ‘interés público’, quitándole el tono censor y revanchista al proyecto.
Incluso, lo mejora al convertir un torpedo antidemocrático en herramienta para ayudar a establecer un mejor balance entre dos derechos relevantes: el de la intimidad y la privacidad, sin que se menoscabe la libertad para informar sobre casos de interés público evidente, como la denuncia de corrupción.
Es una gran noticia que se debe saludar como manifestación del compromiso con la libertad de prensa que Humala prometió en la campaña.
Es, también, una respuesta a la iniciativa del congresista Javier Bedoya para vengar el ‘potoaudio’, apoyada por 97 votos de un Congreso con varios que andan con sangre en el ojo porque la prensa destapó, con rapidez, las fechorías que le ocultaron al elector. El proyecto era una limitación al papel ineludible de la prensa de luchar contra la corrupción.
En contra de las predicciones de varios políticos y periodistas que anunciaban que, si Humala ganaba la elección, se produciría la debacle democrática, no hay indicios, durante el primer medio año, de ese escenario.
Por el contrario, hay un gobierno aún con indefiniciones y asuntos pendientes para establecer una agenda del lustro para lograr el crecimiento con inclusión social, pero cuyo desempeño democrático ha sido, en general, correcto y dentro de la ley.
No deja de ser irónico que sean justamente los sectores políticos que preveían que el de Humala sería un gobierno antidemocrático, los que lanzan torpedos como la ‘ley mordaza’.
Ni que los medios que hoy franelean al presidente Humala sean los que, durante la campaña, se oponían al candidato Humala –lo que es legítimo– pero con prácticas vergonzosas como la de amenazar y despedir a los periodistas que lo ‘humanizaban’.
‘Humanizar a Humala’ significaba, dentro de su limitado entendimiento del español, falta de sentido común, y escaso respeto a los principios del periodismo, no publicar reportajes sobre su vida cotidiana que se suelen emitir en toda campaña.
Los que decían que Humala recortaría las libertades de una democracia, hoy plantean iniciativas en ese rumbo. Pero, a pesar de estas buenas señales, la prensa no debe bajar la guardia ni confiarse hasta julio de 2016. Es la mejor manera de ayudar al gobierno a terminar de ese modo.
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JAIME ESPEJO ARCE