La 99ª Asamblea Plenaria del Episcopado Peruano se celebra esta semana en la sede de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), en Jesús María. Mañana, y como parte de este evento, los obispos del Perú elegirán al nuevo presidente de la CEP. Luis Jaime Cisneros, periodista de la Agencia France Press (AFP) e investigador en temas religiosos, explica la importancia de este puesto para la Iglesia católica peruana e, incluso, la vida política del país.
El presidente de la CEP dirige la asamblea de obispos del Perú, y es la “voz autorizada de los obispos peruanos para hablar a título de ellos”, señala Cisneros. Cada presidente es elegido por tres años, con posibilidad de reelección por otros tres. Monseñor Miguel Cabrejos, actual presidente, culmina su segundo periodo como representante del Episcopado Peruano.
Cipriani vs. Barreto
En esta ocasión, el Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima, y Monseñor Pedro Barreto, Arzobispo de Huancayo, son los candidatos a la presidencia del Episcopado Peruano. Cipriani tienta el puesto por cuarta vez, luego de haber fracasado en las tres últimas elecciones.
Cisneros explica que esta es una elección “entre dos obispos conservadores, uno más que el otro”. Aún así, hay diferencias entre los Arzobispos de Lima y de Huancayo:
Barreto es un tipo más tolerante. Cipriani carga el fardo de ser la figura emblemática del Opus Dei, de ser intolerante, ser rabiosamente terco en la defensa de sus posiciones y de no ceder un milímetro en cuanto a ellas. Es un estilo más confrontacional, frente a un estilo más abierto al diálogo.
Pero, ¿cuáles son las chances de cada uno? Cisneros explica:
Perú es el primer país de América Latina y el segundo en el mundo, después de España, que tiene más obispos del Opus Dei. Entre obispos del Opus Dei, obispos vinculados al Sodalicio y obispos ultraconservadores, suman una minoría importante, pero no llegan a tener una mayoría como para inclinar la votación a favor de Cipriani. Siempre cabe la posibilidad de que él gane y que eso pueda, en el contexto político peruano, hacer un poco más de presión sobre la agenda social conservadora, como el tema del aborto, concretamente.[...] Fuentes eclesiásticas piensan que lo mejor que le podría pasar a la iglesia, para evitar la mala prensa que siempre jala Cipriani, por las antipatías que despierta en sus detractores, es que gane Barreto.
Pero el investigador no descarta la aparición de un tercer candidato: “Lo que he escuchado de fuentes eclesiásticas es que se menciona al obispo castrense Salvador Piñeiro, que es el Arzobispo en Ayacucho. Según algunos, es una figura cercana a Cipriani; según otros, es una figura distante e independiente de las posiciones del Cardenal”.
Juan Luis Cipriani se presenta por cuarta vez a la elección por la presidencia del Episcopado. ¿Por qué la insistencia? ¿Por qué no lo logró antes?
Según Cisneros, desde que obtuvo el título de Cardenal, en 2001, Cipriani siempre quiso sumar a su cargo el de representar a todos los obispos:
No ha ganado nunca en las tres ocasiones anteriores en que fue candidato, y siempre ha tenido el deseo de juntar todo ese poder que le permite hablar a título no solo como Arzobispo de Lima o como Cardenal, sino a título de todos los obispos. El hecho que sea Cardenal le da autoridad sobre el resto, pero la Conferencia, de alguna manera, funciona como un contrapeso al poder que tiene Cipriani dentro de la iglesia. Es por eso que en los últimos años no ha ganado una elección.
Para el periodista de AFP, Cipriani y las posiciones que él defiende representan “más o menos al 20% de obispos del Perú”. Aún así, existe la preocupación por que “pueda ganar más poder y puedan sus posiciones representar el conjunto de los obispos”:
Se está lanzando por cuarta vez y de alguna medida está convencido que puede obtener un mejor resultado. Hay una posibilidad, a partir del momento que decide presentarse cargando tres derrotas encima, que, dados los últimos nombramientos de obispos que ha hecho el Vaticano, tenga la posibilidad de ser elegido.
Para Cisneros, es “una buena noticia” que Cipriani no sea candidato único, porque significa que no todo el episcopado peruano es ultraconservador: “El solo hecho que haya un obispo que no sea Cipriani que quiera tentar [el puesto] indica que él no representa una corriente mayoritaria entre los obispos peruanos”.
Hay una cosa curiosa, que lo debe herir y hacer patalear. A diferencia de [Juan] Landázuri, que durante todos los años que fue Cardenal siempre fue presidente de la CEP, esto no ha sucedido con Cipriani. Es una piedra en el zapato que le revienta el hígado, y que dice mucho de la percepción que tienen sobre él sus propios colegas de birrete.
Landázuri era un tipo mucho más convocante, buscaba el consenso, buscaba el diálogo, condiciones que [los obispos] no ven en Cipriani. Yo no veo a Cipriani de bombero, lo veo de incendiario.
¿Qué cambiaría si eligen a Cipriani?
“Cipriani tiene más ventanas abiertas para participar activamente en la vida político social dirigiendo la Conferencia Episcopal, que fuera de ella”, señala el periodista.
Pero nada cambiaría en temas como el aborto y la píldora del día siguiente, en los que los obispos tienen una posición común, que tiene que ver con lo que decide el Vaticano:
No es una influencia sobre temas puntuales, sino para todos los temas que puedan aparecer en el horizonte: una crisis política, lo que puedan pensar los obispos sobre la reelección presidencial, la posibilidad de la inscripción del Movadef, temas de medio ambiente y minería, la pobreza en el Perú y los métodos para combatirla.
Sobre el caso de la disputa entre el Arzobispado y la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) por la administración de la casa de estudios, Cisneros explica que la CEP ya ha dado su posición, que insta al diálogo como solución, y que el tema ya no está en manos del Episcopado:
Cipriani instaba a entablar la batalla jurídica, sembrar su banderita en Pando y arrojar al noveno círculo del infierno a todos los que estaban, según él, usurpando la legítima autoridad que él representa. Si él ganase, en el caso de la Católica podría haber una mayor presión de los obispos hacia las autoridades actuales. Pero el Vaticano ya está invterviniendo allí; entonces, es un tema que escapa ya al control mismo de los obispos peruanos.
En todo caso, como explica Cisneros, esta elección no se trata de un enfrentamiento entre religiosos de derecha y de izquierda, como puede pensarse: “Ese esquema ha desaparecido del imaginario de la iglesia hace como 20 años. Sí hay tendencias: obispos moderados, obispos conservadores, obispos con una tendencia más a lo social”. Es, digamos, la política desde el púlpito.
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JAIME ESPEJO ARCE