martes, 31 de enero de 2012

Del “Acuerdo” a la “Solución”


Escribe: Nelson Manrique Gálvez
En una entrevista concedida a la prensa senderista en julio de 1988, Guzmán explicaba por qué no pensaba negociar la paz con el Estado: “nadie entrega lo que no ha perdido… nuestra condición: la rendición cabal, completa y absoluta (del Estado)”. Dos años después sostenía: “O nosotros cumplimos lo que prometimos o seremos hazmerreír, fementidos, traidores. Y eso no somos nosotros” (“Comenzamos a derrumbar los muros y a desplegar la aurora”, 28/3/90).
Luego de su captura su posición varió en 180 grados. En una carta enviada a Alberto Fujimori, en octubre de 1993, Guzmán sostenía que los golpes que había recibido SL obligaban a negociar: “La cuestión de dirección es… decisiva y ella en nuestro caso no podrá ser resuelta en buen tiempo, lo que repercute principalmente en el desarrollo de la guerra popular... como ayer bregamos por iniciar la guerra popular, hoy con igual firmeza y resolución se debe luchar por un Acuerdo de paz”).
Para SL fue siempre dogma de fe que la dirección del “presidente Gonzalo” era la garantía del triunfo. Preso Guzmán, la victoria, hasta entonces proclamada por él como ineluctable, se hacía imposible. La revolución, presentada innumerables veces por Guzmán como obra de las masas, terminaba así dependiendo de su destino.
No todo Sendero aceptó el viraje de su líder. La mayoría de los militantes se declaró en rebeldía bajo la conducción de Óscar Ramírez Durand (el “camarada Feliciano”), proclamando que la “guerra popular” continuaba. Este grupo fue conocido como “Proseguir (la guerra popular)” y de él provienen las columnas senderistas que siguen operando en el valle del Huallaga y en el Vrae. Los integrantes de este último grupo acusan a Abimael Guzmán de haber causado un grave daño a la causa por “genocida” (¡). Feliciano fue capturado a fines de los noventa y en prisión renegó de Sendero y la revolución.
La demanda de un “Acuerdo de paz” fue el resultado de intensas negociaciones entre Guzmán, Fujimori y Montesinos, que incluyeron hasta el envío de una torta hecha por la esposa de Fujimori a la esposa de Guzmán, por su cumpleaños. Fujimori quería exhibir ante el país la rendición de Guzmán como una carta para ganar el referéndum que legitimaría el golpe de Estado que dio un año antes.
Para lograrlo, consintió –a pedido de Guzmán– en trasladar a los miembros del Comité Central de SL presos en distintos penales del país a la Base Naval del Callao. Así, la dirección de SL, presidida por Guzmán, sesionó durante meses bajo el auspicio del SIN. Allí se cocinó el pedido del “Acuerdo de paz”.
Para Fujimori se trataba en buena cuenta de conseguir el apoyo de Guzmán para ganar el referéndum y mantenerse en el poder. La maniobra era tan burda que terminó provocando malestar hasta entre los fujimoristas. Un editorial de Expreso (12/10/93) lo expuso abiertamente: “No se necesita ser muy suspicaz para percatarse de que, colgado del objetivo principal, hay otro: consolidar la campaña por el ‘Sí’. Guzmán termina legitimando, desde un esquema marxista, lo que es casi ridículo, el golpe del 5 de abril... porque el pudor aconseja, también, reconocer que la autodefensa comunera y la resistencia de la población que al cabo decidieron la guerra ya se hallaban en marcha cuando Fujimori llegó al poder”. La alusión al “pudor” por Expreso exime de mayores comentarios.
Finalmente Fujimori y Montesinos lograron su objetivo: el golpe de Fujimori del 5/4/92 quedó avalado por su triunfo en el referéndum, por un apretado margen, y así la dupla pudo mantenerse en el poder 7 años más, hasta que las grandes movilizaciones populares obligaron a Fujimori a huir y refugiarse en el Japón.
Triunfante Fujimori, no necesitaba más a Guzmán. Este, luego de ser abandonado con su “acuerdo de paz”, decidió cambiarlo a fines de la década por la fórmula de “Solución política a los problemas provocados por la guerra”, demandando una amnistía general.
Esta es la consigna que hoy levanta el Movadef que, como sabemos, se declara también seguidor del “pensamiento Gonzalo”.

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JAIME ESPEJO ARCE