Al lector: Luego del incidente en las redes sociales con la editora de El Comercio, Martha Meier, el autor envió su columna semanal El ojo de Mordor a Perú 21, pero no fue aceptada. A su solicitud, diario16 publica el escrito.
Para muchos no queda claro ni cómo ni cuándo empezó la bronca. Y si me preguntan, pues tampoco tengo una respuesta. Es la verdad. Reconozco que, en junio del 2011, en este papel (que es también el de ella) publiqué un artículo en clave de joda sobre la mentalidad estereotipada de una minoría acomodada del país (http://peru21.pe/impresa/noticia/lima-autista/2011-06-12/306068). Y al poco cuestioné la forma como sacaron a Rosa María Palacios de América Televisión. Lo hice, una vez más, acá:
No sé si eso tiene que ver. O aporte alguna pista.
Como sea. Lo cierto es que la primera incursión de Martha Meier en mi Twitter sucedió el pasado 23 de agosto, una fecha particularmente curiosa, pues el día anterior me dijeron que el arriba firmante ya no estaba en los planes de Canal N, luego de que en días previos me invitaran gentilmente a un simpático proyecto para el horario de las 7 p.m., el cual había aceptado.
Dicho lo cual, tampoco sé si este dato sea relevante, para que tengan una idea de mi desconcierto. El tuit de MM, críptico y mal escrito como suelen ser sus tuits, reaccionaba ante una nota que colgué sobre la serie de TV “Breaking bad” y que ella, en un giro funambulesco, conectó con un comentario de Mario Vargas Llosa, con quien parece tener una obsesión.
Sin embargo, lo más fuerte vino más adelante. Porque la escalada provocadora fue gradual, les cuento. Y, bueno. Así vino la historia. El 9 de setiembre fui uno de los primeros en divulgar por Twitter la columna de MVLL. Y es ahí donde apareció MM, como si estuviese agazapada detrás de un matorral. Y se despachó contra el Nobel. No le respondí. Luego propalé un artículo de George Soros publicado en El País. Y volvió a emerger de la nada, escupiendo no sé qué contra Soros. Tampoco respondí. Al rato colgué una entrevista a Aaron Sorkin sobre el periodismo norteamericano. Y de súbito, zas, adivinen quién volvió a la carga. Pero ahora, la del avatar alado salió insinuando algo feo sobre mí. Recién respondí, y lo hice con un: “¿?”. Porque, ya saben, seguía sin entender nada.
Entonces, luego de una seguidilla de tuits indescifrables, pude ir deduciendo que lo que MM me estaba diciendo era que yo usaba esta columna para defender los intereses de los clientes de mi empresa consultora. Tal cual.
Y luego, en lugar de documentar la grosísima imputación, que me describía casi, casi como un filibustero de uñas sucias y parche en el ojo, se dedicó a reiterar: “Enseña tu lista de clientes”. Traté de ser razonable, porque mi empresa no es desconocida en el mercado, y permítanme ahora sí un publicherry: hasta web tenemos (http://www.chisac.com/), fíjense. Ergo, lo único que tenía que hacer, con un mínimo de criterio periodístico, para salir de dudas cartesianas, era muy sencillo. Entrar a la web, donde se especifican todas las áreas en las que trabaja la agencia y confrontarlas con las columnas que se encuentran en el archivo de Perú 21:http://peru21.pe/noticias-de-columna-pedro-salinas-4663
No era tan difícil, creo. Pero no. Los infundios continuaron, y llegaron a su clímax cuando me acusó de haber presionado a un ministro para favorecer a un cliente de mi empresa en una licitación. Sic. Y ahí sí, reconozco, perdí la paciencia y la ponderación, por lo cual pido mil disculpas. A Martha Meier y a quienes siguieron este incidente desagradable.
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JAIME ESPEJO ARCE