Ya lo dije acá. Votaré por él. Se postule o no. Prefiero que lo haga, claro. Pero aun si no lo hace, igual estamparé en mi cédula electoral, como firma de notario, mi voto por Jaime Bayly, el posible Enríquez-Ominami de 2011, nuestro outsider con cerquillo de emo y, quién sabe (en el Perú pasan cosas tan sorprendentes e increíbles), nuestro próximo jefe de Estado. Sí, señor. Así como lo leen. Se los digo para que se vayan haciendo a la idea.
Por lo pronto, ya es sintomático cómo le atacan sus eventuales adversarios y rivales políticos. Castañeda, 'El Mudo’, rompió su eterno silencio para ningunearlo, para fulanearlo, para bufonearlo. El Apra, a través de su alfil y caporegime más eficaz, le ha llamado “improvisado” e “ilusorio”. El nacionalismo, en boca del más articulado de dicho conglomerado velasquista, le ha dicho a la dupla Bayly-Barba Caballero: Pili y Mili. Lourdes Flores, nuestra campeona en perder elecciones, también se ha reído de las aspiraciones del Francotirador. Y otros, en periódicos y medios electrónicos, consideran que su postulación no debería tomarse en serio, que no tiene ideas, que lo suyo no es sino un disfuerzo marquetero para subir su rating, que todo esto de la candidatura solo es parte de un circo farandulero, que es una broma de mal gusto, una estupidez, una ocurrencia, que es una joda que dejará el conductor de televisión apenas caiga su sintonía.
Mmm. No lo veo así, la verdad. Creo que aquella idea que empezó como un “¿y por qué no?”, que se inició como una consideración inocente, ha venido siendo digerida de a pocos, sin prisa, como si fuese un bolo alimenticio y, luego, ha sido gatillada por una encuesta que, de propina y de súbito, le ha otorgado un tempranero tres por ciento, que no es moco de pavo para alguien que, a un año y poco más de las elecciones, se plantea el dilema de participar en estas farragosas lides. Y, como para precipitar las cosas, se produce el ofrecimiento incondicional de un partido ya inscrito en el JNE, con nombre sugerente y ad hoc para el candidato-escritor (Cambio Radical), lo que ha permitido que los astros vayan alineándose para que su aspiración empiece a cuajarse y a tomarse en su justa dimensión.
La circunstancial postulación de Bayly me parece, además, positiva para un país en el que hace rato colapsó su sistema político, con partidos que apenas llegan a ser membretes, con cuadros desconectados de la realidad, quienes entienden la captura del poder como una mera plataforma para servirse de él, donde la democracia ha sido secuestrada por un racimo de inimputables y buenosparanada. Y, si me apuran, en mi pequeña opinión, una candidatura díscola y rupturista como la de Bayly, si no logra derrocar a la actual y nefasta clase política, por lo menos hará que se estremezca. Las embestidas prematuras de esta contra un Bayly que, dicho sea de paso, todavía no es un aspirante formal, son un presagio del escozor que podría dejar en la epidermis de quienes ven al Estado como una colosal agencia de empleos.
Por lo demás, quienes le subestiman son incapaces de percibir que su puñado de ideas sobre educación, exclusión y temas de salud, tiene más consistencia y solidez que la de cualquiera de sus ocasionales rivales. Y respecto de su supuesta frivolidad, hace poco le dijo a la periodista Milagros Leiva, con el empaque del chino que se puso delante de un tanque en Tiananmen: “Hay momentos para bromear y otros para tomarse las cosas en serio. Ser candidato es un asunto serio”.
En fin. No sé usted, pero en lo que a mí concierne, como ciudadano peruano, harto y asqueado de lo que tenemos en la vidriera, estoy dispuesto a votar por un candidato outsider (un outsider conocido, si cabe) que zarandee el bote de la clase política, que flagele de un correazo en el poto a todos esos personajes que se han apernado y atornillado e institucionalizado en la vida política exhibiendo sin rubor su más perfecta inanidad, que revuelque a los susodichos con ideas libertarias y rebeldes, con un estilo franco y directo, con autenticidad, inteligencia, decencia y, por supuesto, mucho, mucho humor. (Pedro Salinas)
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JAIME ESPEJO ARCE