domingo, 14 de junio de 2009

El síndrome del perro del soberano


Por Augusto Álvarez Rodrich

Los que le sugirieron al gobierno que resolviera las protestas regionales con bala y sangre –camufladas del ‘principio de autoridad’–, están ahora como perros asustados, con el rabo entre las piernas, pues la evidencia es que han empujado al presidente Alan García a la mayor crisis de su segundo mandato y es posible que –como se dice en la economía– esta todavía no haya tocado fondo pues las cosas aún pueden empeorar.

Al hacerle caso a esas posiciones, algunas dejando huella hasta por escrito, el presidente García ha puesto a su gobierno, innecesariamente, contra las cuerdas, no solo por lo ya ocurrido –el penoso saldo de muertes de policías y de pobladores–, sino por la implicancia futura de lo que está sucediendo.

Para empezar, la protesta en la selva, que tuvo su ‘epicentro’ en Bagua, continúa y se ha desplaza a varias otras zonas como Apurímac, Cusco o Madre de Dios. Asimismo, el gobierno se ha quedado sin libreto pues los últimos eventos le han colgado el cartel ‘QEPD’ al esquema del ‘perro del hortelano’.

De otro lado, el gabinete ministerial está, a pesar del refresco de Francis Allison, en la lona y al borde del K.O. La mayoría de sus integrantes ha perdido liderazgo y capacidad de acción. Para no hablar del muy magullado premier Yehude Simon, la titular del Interior, Mercedes Cabanillas, enfrenta la evidencia de un proceso de decisiones negligente que acabó produciendo tanto la muerte de policías como de pobladores, mientras la manera como pretende evadir su responsabilidad está generando más desmoralización en la policía.

¿Qué hacer ahora? Lo prudente y sensato sería apostar, con caras nuevas, por el diálogo como salida a la crisis con el fin de enfrentar el miedo de los nativos a perder sus tierras y su antigua lucha para que se respeten sus costumbres ancestrales.

Sin embargo, hay quienes quieren que el gobierno no salga del túnel en que lo han metido, para lo cual insisten, sin pruebas sólidas, en la teoría de una conspiración cuyo objetivo sería el presidente García, buscando así una respuesta dura del régimen, casi como creyendo que este ya lo preside el vicealmirante Luis Giampietri, que es lo que parecen pretender.

El presidente le está haciendo caso, lamentablemente, a este enfoque. Si la máxima autocrítica que García puede hacer es “haber sido demasiado dialogante” –lo que no es defecto y, además, es falso pues no fue así–; si insiste, como ayer, en las versiones del “comunismo y extremismo nacional e internacional que quieren generar caos en el país”; y si se pone más intolerante recortando libertades civiles, las cosas se van a poner peor. El presidente debiera tener cuidado con los ladridos que oye, pues algunos perros del soberano lo están empujando al despeñadero.


http://fiscalizacionperu.blogspot.com/


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JAIME ESPEJO ARCE