Por: Marco Sifuentes
A los 14 años, Aaron Swartz ya había hecho historia. Como en Internet no importa tu edad, él ya había conseguido ser parte del equipo que terminaría inventado el RSS, la ahora omnipresente tecnología que permite publicar y acceder a contenido automáticamente.
A los 26 años, Aaron Swartz se colgó en su habitación de Nueva York. Amenazado con la bancarrota y una condena de hasta 50 años (peor que Fujimori o Abimael) por liberar contenido académico del MIT, Aaron prefirió el suicidio.
Algunos lo llamaron el Mozart de las computadoras pero sus logros no se limitaron al RSS 1.0 ni al campo meramente técnico. A los 15 también contribuyó con Lawrence Lessig para sentar las bases de Creative Commons, la organización que expandió el concepto de “copyleft”, el uso libre de la propiedad intelectual, en oposición al copyright.
Creó el sitio que eventualmente se convertiría en Reddit, el exitoso sitio “social” de noticias, y el framework para Python web.py. Y todavía no había cumplido 20 años.
En 2010 ingresó al Harvard Ethics Center Lab on Institutional Corruption y se empezó a llamar a sí mismo “sociólogo práctico”. Fundó Demand Progress, la ONG que fue clave en llamar la atención sobre la ley SOPA. Era un radical de la ética hacker y un convencido de que Internet podía salvar la política de la clase política, a la que veía insalvablemente corrupta.
En uno de sus textos políticos más difundidos, Swartz, partiendo de El Federalista de Madison, proponía que los políticos profesionales, tal como existen ahora, son anacronismos de una época en la que sí eran representativos de una población reducida y en la que el debate público no se había trasladado a los medios masivos.
“Por el poder de los exponentes, solo cinco niveles de consejos, cada uno consistente de solo 50 personas, es suficiente para cubrir 300 millones de personas... Bajo este sistema, solo hay cuatro representantes entre usted y la gente que decide la política nacional, cada uno de los cuales está forzado a rendir cuentas a sus electores en encuentros regulares y personales”.
Sus convicciones lo metieron en problemas más de una vez. En un momento liberó el 20% de las leyes norteamericanas, que son de dominio público pero por las que hay que pagar para acceder (más o menos lo que sucede acá en Perú). No fue denunciado por esto pero quedó en la mira.
Lo último que hizo fue liberar los artículos académicos de la librería digital JSTOR del MIT. No fue exactamente un acceso ilegal. Simplemente entró al sistema como “invitado” y cambiaba la dirección IP y MAC aleatoriamente, mientras se bajaba millones de documentos que eran gratuitos pero con copyright. Su meta era liberar la literatura científica de un sistema de publicación que la convertía en inaccesible para el público que la había financiado con sus impuestos.
Quisieron ofrecerle una pena reducida pero, entonces, tendría que admitir que había hecho algo malo. Aaron no quiso traicionar sus ideas ni sentar un precedente favorable a un sistema que castiga más las faltas al copyright que el asesinato. Prefirió el suicido. Aaron Swartz es el primer hacker en ascender a la categoría de mito póstumo.
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JAIME ESPEJO ARCE