Anoche se confirmó la salida de Humberto Campodónico de Petroperú, acompañado por dos miembros del directorio de la empresa petrolera estatal.
Hasta el momento Campodónico ni los otros dos directores renunciantes - Fernando Sánchez Albavera y Ramiro Portocarrero - no han explicado las razones de su dimisión (más bien, en la web de Petroperú hay una lista de lo que consideran como sus logros), lo que ha llevado a varias interpretaciones.
Desde la izquierda, Raúl Wiener señala que este es un triunfo de los titulares del MEF (Luis Miguel Castilla) y del Ministerio de Energía y Minas (Jorge Merino), pues con ellos se van los últimos izquierdistas que quedaban en el gobierno. Mientras que desde el lado más proinversión, el consultor Miguel Santillana indica que el gobierno quiere tomar decisiones pendientes en temas petroleros - la modernización de la refinería de Talara y una posible compra de los activos que la empresa Repsol vendería - y lo haría con un equipo más afín a su línea económica actual. Finalmente, las fuentes recogidas por La Mula indican que la razón es más clara: el gobierno no tiene una idea clara de que hacer en materia petrolera.
Aunque la evaluación de los logros y defectos de la anterior gestión la harán mejor quienes saben más de economía, lo cierto es que parte de la discusión sobre Petroperú y del interés que tiene esta renuncia tiene que ver, básicamente, con dos ideas contrapuestas sobre qué hacer con la empresa.
Desde el sector más progresista, existe la convicción (compartida por parte del directorio renunciante, en particular, por su presidente) sobre la necesidad que el Estado sea quien usufructúe los escasos recursos petroleros que tiene el país (básicamente, a esto era lo que se llamaba nacionalismo en términos humalistas). Y claro, la oferta venía acompañada con el anuncio de cierta participación del sector privado en el accionariado de Petroperú, pero el intento demoró tanto y tuvo tantos reparos que al final no se sabe si la nueva gestión lo continuará. Mientras que desde los sectores más diestros, la idea es que de una vez se termine de vender Petroperú (recuerden que Fujimori partió las unidades de la empresa y no la terminó de privatizar), aunque políticamente dicha opción parece ser casi imposible. En el medio, hay ideas para asociaciones público privadas o concesiones, manteniendo a la empresa como propiedad estatal, aunque más abierta a criterios de mercado.
Con la salida de Campodónico, queda un gran signo de interrogación sobre cual será el camino que optará el gobierno en esta materia. Ello, más que la salida de un miembro de La Gran Transformación, es lo que debería estar en el centro de la discusión.
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JAIME ESPEJO ARCE