domingo, 30 de diciembre de 2012

El AntiPUCP


Por: Mirko Lauer
Tres días antes de salir a pedirles a los peruanos dejar de lado pequeñas rencillas y peleas, el cardenal Juan Luis Cipriani les prohíbe a los sacerdotes de la PUCP dictar cursos de teología. También les prohíbe realizar asesorías u ocupar cargos administrativos en la misma universidad. Tenemos, pues, al cardenal convertido en una suerte de jefe de personal de un predio ajeno.
El gesto, que tiene toda la traza de surgir de largas noches de maquinación, muestra la estructura de un insulto mezclado con una acusación, no se sabe bien a quiénes. ¿Los sacerdotes aludidos son indignos de dictar ese tema? ¿O los alumnos de la PUCP indignos de escucharlos? ¿Va a haber alguna explicación sobre esta suerte de despido intempestivo?
Debemos suponer que los laicos (incluso mujeres) católicos perfectamente calificados para dictar teología se darán abasto para cubrir las plazas desiertas. O que se hará con sacerdotes fuera del alcance de Cipriani. Porque sería una lástima que por este tipo de pendencia se dejara de dictar teología en una universidad católica. ¿O Cipriani piensa proponer a otro tipo de sacerdote como reemplazo y botón de muestra?
Pasada la Navidad el cardenal salió al público a hacer una gallarda demostración de doble estándar, al mostrar su beneplácito por el deseo de la Universidad San Ignacio de Loyola, propiedad del empresario mosca Raúl Diez Canseco Terry, de sumarle la palabra católica al nombre. De USIL a UCSIL, nada menos.
La pendencia con la PUCP hace olvidar a Cipriani que el gestor, conductor y animador de la USIL es un personaje sumamente divorciado, con roche además, judicial y generacional. Quizás el cardenal vinculado al Opus Dei considera que por tratarse de un nombre jesuita, las cosas pueden manejarse con más laxitud.
Luego está lo extraña que resultaría una universidad católica que sería para todo fin práctico además un negocio privado. Negocio arranchado al socio feligrés Carlos Boloña en su hora más negra. Vemos, pues, que lo único católico en todo el paquete es el nombre de la persona elegida como marca comercial en un primer momento.
Para redondear la gracia, la ex esposa de Diez Canseco es precisamente la propietaria de la franquicia peruana de KFC (Kentucky Fried Chicken) fundada por el ex marido. Uno de sus locales, en San Miguel, arrendatario de la PUCP precisamente, acaba de pasar sin transiciones del negocio de la alimentación al negocio de los lubricantes, friendo papas en algo que no pueden ser santos óleos.
¿Qué tiene la USIL que la hace a los ojos de Cipriani más digna de llevar el nombre de católica que la PUCP?

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JAIME ESPEJO ARCE