Se viven días tensos en La Habana. Después del secuestro estilo camorra que sufrió la bloguera Yoani Sánchez, fue el turno de su esposo, agredido por espontáneos "manifestantes" castristas la semana pasada. Ayer el diario oficial cubano Granma dedicó sus páginas centrales a calumniar a Yoani, a quien llamó "lobezna". No le queda otra. Si Yoani tuviera una radio, una televisora o un diario clandestinos hubiera sido facilísimo para la dictadura cubana bloquear esos medios de difusión. Pero no se puede confiscar un blog. Es materialmente imposible.
El gobierno cubano ha hecho todo lo posible por censurar la red en la isla, pero le resulta difícil. Técnicamente difícil, quiero decir. Internet ha sido construida de tal forma que interpreta todo intento de censura como un error del sistema y lo sortea. Internet ha sido construida sobre la base de una "arquitectura de la libertad", como dice Manuel Castells. Por eso, cansados de la ineficiencia de sus bloqueos técnológicos, las autoridades cubanas han decidido abordar el problema Yoani con un enfoque directo: golpe y calumnia.
¿Eso quiere decir que la red es un espacio libérrimo, sin límites, en el que no se puede impedir la publicación de contenido? Nunca tanto. La noticia de la semana en las redes fue el bloqueo del grupo No a Keiko en Facebook. Éste es un colectivo virtual creado en mayo de este año, por Giancarlo Navarro y Patricia Zevallos, desde Cajamarca. Ambos utilizaron habilmente las redes sociales (desde el internacional Twitter hasta la peruanísima La Mula) para convocar, hasta el momento, a más de 25 mil personas que no quieren que el Perú vuelva a caer en las garras de la dinastía Fujimori.
El grupo creció y creció hasta convertirse en la movida política más importante de la Internet peruana (de hecho, si juntamos a todos los seguidores de todos los políticos peruanos en Facebook siguen siendo menos que los fans de No a Keiko). Pero, como suele suceder, Facebook tiene normas internas que le permiten eliminar unilateralmente los contenidos de su red social. Y eso fue lo que sucedió: el sábado pasado los administradores de NAK descubrieron que no podían ingresar contenido a su página de fans (porque no sólo hay un grupo de No a Keiko sino que también hay otra aplicación solo para los fans de No a Keiko).
Preguntados por las razones del bloqueo, Facebook respondió que "tiene políticas para detener formas de comportamiento que otros usuarios puedan encontrar fastidiosas o abusivas, incluso si no hubiera esa intención". No dio mayores detalles sobre cuáles habían sido esas formas de comportamiento fastidiosas o abusivas.
De inmediato todos los dedos apuntaron a la cúpula fujimorista. Carlos Raffo se apresuró en desmentir que ellos hayan tramitado la suspensión de la cuenta. Y podría ser. En realidad, podría haber sido cualquiera, no se necesita ser un congresista para retirar un contenido de una red social.
Todo servicio 2.0 no sólo le ofrece a cualquiera la posibilidad de publicar lo que sea, sino también permite que cualquier navegante ofendido logre retirar determinados contenidos de la red (si es que logra argumentar que dicho contenido no cumple con las normas de uso del servicio). Hay diferencias, claro. Por ejemplo, es muy fácil retirar o bloquear un video de YouTube si suficientes personas se quejan. En cambio, las condiciones de uso de Blogger.com son mucho más permisivas con los contenidos de sus usuarios. Facebook está más cerca de YouTube que de Blogger.
La idea detrás de estas restricciones es que tú eres libre de publicar lo que te dé la gana y yo soy libre de decidir si quiero o no que publiques conmigo. Si no te gusta, ahí está el resto de Internet para alojarte. Esta es la misma lógica que aplican los bloggers para admitir o no ciertos comentarios en sus posts. Algunos se publican, otros no y si no estás de acuerdo, saca tu propio blog y quéjate.
Tras diez días de bloqueo y supuesta evaluación, Facebook desbloqueó No a Keiko, pero desde entonces sus administradores luchan para que el ímpetu de sus fans no generen una causal de otro bloqueo. Van a tener que moderar las intervenciones de los participantes. No, no van a censurar. Van a moderar. Hay una diferencia, una que fujimoristas y castristas no entenderán. (PERU 21 - MARCO SIFUENTES)
El gobierno cubano ha hecho todo lo posible por censurar la red en la isla, pero le resulta difícil. Técnicamente difícil, quiero decir. Internet ha sido construida de tal forma que interpreta todo intento de censura como un error del sistema y lo sortea. Internet ha sido construida sobre la base de una "arquitectura de la libertad", como dice Manuel Castells. Por eso, cansados de la ineficiencia de sus bloqueos técnológicos, las autoridades cubanas han decidido abordar el problema Yoani con un enfoque directo: golpe y calumnia.
¿Eso quiere decir que la red es un espacio libérrimo, sin límites, en el que no se puede impedir la publicación de contenido? Nunca tanto. La noticia de la semana en las redes fue el bloqueo del grupo No a Keiko en Facebook. Éste es un colectivo virtual creado en mayo de este año, por Giancarlo Navarro y Patricia Zevallos, desde Cajamarca. Ambos utilizaron habilmente las redes sociales (desde el internacional Twitter hasta la peruanísima La Mula) para convocar, hasta el momento, a más de 25 mil personas que no quieren que el Perú vuelva a caer en las garras de la dinastía Fujimori.
El grupo creció y creció hasta convertirse en la movida política más importante de la Internet peruana (de hecho, si juntamos a todos los seguidores de todos los políticos peruanos en Facebook siguen siendo menos que los fans de No a Keiko). Pero, como suele suceder, Facebook tiene normas internas que le permiten eliminar unilateralmente los contenidos de su red social. Y eso fue lo que sucedió: el sábado pasado los administradores de NAK descubrieron que no podían ingresar contenido a su página de fans (porque no sólo hay un grupo de No a Keiko sino que también hay otra aplicación solo para los fans de No a Keiko).
Preguntados por las razones del bloqueo, Facebook respondió que "tiene políticas para detener formas de comportamiento que otros usuarios puedan encontrar fastidiosas o abusivas, incluso si no hubiera esa intención". No dio mayores detalles sobre cuáles habían sido esas formas de comportamiento fastidiosas o abusivas.
De inmediato todos los dedos apuntaron a la cúpula fujimorista. Carlos Raffo se apresuró en desmentir que ellos hayan tramitado la suspensión de la cuenta. Y podría ser. En realidad, podría haber sido cualquiera, no se necesita ser un congresista para retirar un contenido de una red social.
Todo servicio 2.0 no sólo le ofrece a cualquiera la posibilidad de publicar lo que sea, sino también permite que cualquier navegante ofendido logre retirar determinados contenidos de la red (si es que logra argumentar que dicho contenido no cumple con las normas de uso del servicio). Hay diferencias, claro. Por ejemplo, es muy fácil retirar o bloquear un video de YouTube si suficientes personas se quejan. En cambio, las condiciones de uso de Blogger.com son mucho más permisivas con los contenidos de sus usuarios. Facebook está más cerca de YouTube que de Blogger.
La idea detrás de estas restricciones es que tú eres libre de publicar lo que te dé la gana y yo soy libre de decidir si quiero o no que publiques conmigo. Si no te gusta, ahí está el resto de Internet para alojarte. Esta es la misma lógica que aplican los bloggers para admitir o no ciertos comentarios en sus posts. Algunos se publican, otros no y si no estás de acuerdo, saca tu propio blog y quéjate.
Tras diez días de bloqueo y supuesta evaluación, Facebook desbloqueó No a Keiko, pero desde entonces sus administradores luchan para que el ímpetu de sus fans no generen una causal de otro bloqueo. Van a tener que moderar las intervenciones de los participantes. No, no van a censurar. Van a moderar. Hay una diferencia, una que fujimoristas y castristas no entenderán. (PERU 21 - MARCO SIFUENTES)
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JAIME ESPEJO ARCE