El plan de persecución a los sacerdotes
De Dios Murias y Longueville fueron asesinados en 1976, dos semanas antes del crimen del obispo Angelelli. Los acusados son Luciano Benjamín Menéndez, que sería exceptuado del juicio por razones de salud, el vicecomodoro Luis Estrella y el ex comisario Domingo Vera.
Mañana empieza en La Rioja el juicio por los crímenes de los sacerdotes Carlos de Dios Murias y el francés Gabriel Longueville, asesinados dos semanas antes del falso accidente que eliminó al obispo Enrique Angelelli mientras viajaba a Buenos Aires con información sobre la persecución a los curas.
El debate, que es pensado como la puerta de entrada a lo que fue la persecución de la dictadura al sector de la Iglesia que encarnó la opción por los pobres, comienza en un escenario repetido en muchos lugares del interior del país: de los dos acusados, uno, el ex comisario Domingo Benito Vera, imputado como autor material de los crímenes, está relacionado con la corporación judicial que consiguió posponer durante demasiado tiempo el comienzo del juicio.
Y en los últimos días volvió a hacer un intento. Un informe médico intentó apartarlo del juicio; el Tribunal aceptó; la fiscalía se opuso. El debate ahora comienza con los dos acusados en condiciones de estar en la sala. A veinte días del pedido de los fiscales, el Tribunal además acaba de poner por primera vez a los dos acusados en prisión.
Una delegación que se presentó como integrante de la Policía Federal Argentina secuestró a los dos sacerdotes el 18 de julio de 1976, en la casa parroquial de la Iglesia El Salvador, en la localidad de Chamical. Los subieron a un auto; los llevaron a la base aérea de Chamical (Celpa) de la Fuerza Aérea Argentina, los interrogaron y los torturaron.
Los cadáveres aparecieron con vendas en los ojos y brutales marcas de tortura, el 20 de julio, cerca de las vías del tren, a unos siete kilómetros de Chamical. En la causa están imputados Luciano Benjamín Menéndez, jefe del Segundo Cuerpo del Ejército, que hasta ayer era revisado en Córdoba y probablemente quede exceptuado del juicio por razones de salud. También el vicecomodoro Luis Fernando Estrella, segundo jefe de la base aérea de Chamical. Y Domingo Benito Vera, ex comisario de La Rioja, de quien los testigos dicen que cuando estaba excedido de copas salía por el pueblo ufanándose de haber matado a los curas.
Vera estuvo excarcelado hasta el lunes. Con Estrella sucedió lo mismo en esta causa, pero el expediente paralelo por la investigación del crimen de Angelelli lo mantuvo con prisión domiciliaria. La defensa de Vera presentó hace más de diez días un informe de los peritos del Poder Judicial de la provincia, cuando se trata de una causa federal. El informe decía que por problemas de salud consideraban que no era “oportuno” someterlo al debate. El comienzo del juicio –cuya fecha de inicio debió ser marzo pasado– se suspendió el 7 de agosto porque el tribunal que preside José Camilo Nicolás Quiroga Uriburu tradujo el “no era oportuno” por “no puede”.
El fiscal Carlos Gonella se opuso a la decisión y pidió que los exámenes se cotejaran con los de médicos del Cuerpo Médico Forense o de hospitales públicos independientes, teniendo en cuenta la trama de relaciones que parecía beneficiarlo. Vera es hermano de un camarista de Chamical; su abogado defensor, Juan Carlos Pagotto, es hermano del presidente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja. Y los parentescos los enlazan con médicos que trabajan para la corporación judicial. “El diagnóstico finalmente se resolvió de hecho”, dice Gonella. “El fin de semana pasado los vecinos de Chamical vieron a Vera lo más tranquilo caminando en la calle. Para evitar casos como éstos, le pedimos al Tribunal hace quince o veinte días la detención de los dos”, dice. El lunes pasado, los jueces ordenaron la detención “inmediata” por la inminencia del juicio.
Cristina Murias es la hermana del sacerdote Carlos de Dios y parte de la querella. “Un triunfo de la querella y la fiscalía es que se ordenó la detención”, dice a Página/12. “En 36 años nunca estuvieron detenidos ni Vera ni el comodoro Estrella; algo es algo.”
“En La Rioja, el carácter del golpe cívico-militar estuvo marcado por la persecución a los militantes políticos, pero también a los sacerdotes que desarrollaron sus tareas pastorales con el movimiento campesino”, dice Gonella. “En la línea de Angelelli, los sacerdotes reivindicaron los derechos de defensa a la tierra de quienes peleaban desde hacía tiempo frente a los intereses económicos que formaron parte de la represión ilegal y querían desposeerlos.” La represión, dice Gonella, buscó eliminar a los sacerdotes que consideró una amenaza. “Es muy interesante observar cómo en 1970 Angelelli, con los curas que formaban parte del equipo de la pastoral, entre ellos las víctimas de esta causa, ya decía que no se puede alcanzar la paz social mientras el Estado represor esté afectando la dignidad de las personas, eso está en los medios y en las homilías.” Cuando lo mataron, Angelelli llevaba una carpeta con las investigaciones que se habían hecho por la muerte de los dos curas conocidos como “los mártires de Chamical”.
Este es el primer debate oral que mostrará esa trama. Ramiro Fresneda, querellante por la Secretaría de Derechos Humanos con Guillermo Martínez y Bernardo Lobos, explica que la prueba es numerosa: datos sobre la persecución a otros sacerdotes; documentos sobre la actividad de espionaje en las homilías, que eran grabadas por los militares, y pruebas pastorales, como la última homilía en la que uno de los sacerdotes dice que está amenazado y pide oraciones a la comunidad. “La nota característica del juicio es el plan sistemático de persecución a la pastoral que buscó exterminar la diócesis de Angelelli”, dice Fresneda.
“Hay elementos de prueba documental y testimonial y un cúmulo de indicios importantes que permiten tener la certeza de que toda la persecución a los sacerdotes y laicos tuvo que ver con el trabajo de la pastoral y la opción por los pobres y el compromiso con el movimiento rural.”
Las audiencias se harán jueves y viernes. Entre los testigos habrá sacerdotes, religiosas, vecinos de Chamical, integrantes del movimiento campesino y familiares. La lista original sumaba a unas cien personas, pero casi la mitad ya falleció. Los que quedaron son entre 50 y 60 testigos. Se espera que, durante el juicio, aparezcan otras responsabilidades o el silencio y complicidad de la jerarquía de la Iglesia.
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JAIME ESPEJO ARCE