miércoles, 8 de abril de 2009

UNA REFLEXION LUEGO DE LA SENTENCIA


Creo que conocida la sentencia, y con la serenidad que amerita el caso, nos toca efectuar un análisis de las repercusiones y efectos políticos que ha tenido en nuestro país.

En principio, quiero decir que no creo que sea correcto decir que nos alegra que Alberto Fujimori haya sido condenado a prisión; pero, es obvio e innegable que nos complace saber que la justicia en nuestro país ha castigado un crimen repudiable cometido desde las más altas esferas del poder por un gobierno que optó por combatir el horror subversivo con sus mismas armas.

Coincido con quienes han señalado que la sentencia ha sentado un precedente histórico en la lucha contra la impunidad y la defensa de los derechos humanos y creo que nuestra sociedad debe guardar permanente vigilia para que nunca más ello suceda.

Que nunca más nadie que se crea un mecenas se atreva a manejar nuestro país como si fuese su “Pampa Bonita”, pasando por encima de las instituciones democráticas. Qué nunca más la formula "Il fine giustifica i mezzi" -el fin justifica los medios- reine en nuestro país como método de gobierno, sembrando el terror desde el Estado, y pretendiendo convencernos que para alcanzar objetivos no importa pisar cabezas de niños, ancianos e inocentes. Nunca más permitamos eso.

Creo que llegó la hora de discrepar con decencia. No es posible agraviar hoy la honorabilidad del Tribunal que ha juzgado a Alberto Fujimori. Es necesario tener claro que este Tribunal no juzgó la política oficial del Estado para combatir al terrorismo; nadie ha dicho que las Fuerzas Armadas son criminales. Lo que se ha juzgado son 4 crímenes puntuales. Se ha juzgado la existencia de una política paralela, clandestina. La existencia de un grupo criminal (no las FFAA) que mató, desapareció, secuestró. No confundamos a estos execrables individuos con los valientes y heroicos combatientes de nuestras fuerzas armadas. No señor, allí menos mal existen oficiales honorables y decentes.

La sentencia ha sido sobre hechos puntuales. La sentencia dice que está probada “más allá de toda duda razonable” la culpabilidad de Fujimori por haber ordenado el asesinato de 25 personas en las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, y el secuestro del periodista Gustavo Gorriti y del empresario Samuel Dyer. Cuidado, no confundamos a la población interesadamente.

El tribunal a establecido claramente que Fujimori es responsable de los delitos de asesinato con alevosía, secuestro con agravantes y lesiones graves. Que encabezó una organización criminal que desde el poder aplicó una política de guerra sucia contra la subversión armada, que fue ejecutada por el escuadrón de la muerte llamado Grupo Colina. Eso es lo que dice.

Se pretende interesadamente confundir a la población, haciéndole creer que a Fujimori se le juzgó por combatir al terrorismo. Se ha llegado al extremo de decir que las víctimas eran terroristas. Ello no pasa de ser una de las tantas argucias psicológicas, psicosociales que sólo pueden creer los ingenuos. Ello sólo puede ser obra de un cerebro maquiavélico o de sus fanáticos seguidores. Menos mal que hoy ha quedado claro que Victimas no es igual a terrorista, por lo menos en este caso.

Nada, pero nada justifica, ni aún la razón de Estado justifica el asesinato de inocentes.




El periodista César Hildebrant escribe algo que creo que pinta de cuerpo entero al sentenciado:

"Fujimori es la interpretación más cabal y el resumen biográfico más perfecto del deshonor. No hubo deshonor que le fuera ajeno ni traición que lo asqueara ni felonía que le mereciese algún reparo.

Traicionó a la democracia que juró respetar, a la Constitución que debía cumplir, a la esposa que lo catapultó, a los evangelistas a quienes debía la victoria, a los apristas a quienes había amado tanto, a los tontos que lo creyeron “populista”.

Y cuando la ola de podre lo salpicó, traicionó a los traidores Montesinos y Hermoza Ríos, lo que es un refinamiento no sé si romano o delicadamente oriental.

(…) En estos días hemos visto y oído al fujimorismo, en todos sus matices, expresarse con plena libertad. Desde las objeciones de Valle Riestra, ese tribuno de “La Tribuna” ese primer ministro goloso de la dictadura…

Fujimori condenado. Las turbas que Raffo recolecta entre el lumpen harán lo suyo.

“La Razón” gritará lo previsto. Martha Chávez, Martha Hildebrandt, Luz Salgado y Carmen Losada de Gamboa regurgitarán sus viejos argumentos. Valle Riestra usará, más que nunca, la corbata del luto por sí mismo. Los canales que le deben a la Sunat lo que la Sunat jamás permitiría a otros que se le debiera, seguirán reciclando chicharrones de prensa.”

Nuestro país merece algo mejor. Luchemos sin descando por ello.

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JAIME ESPEJO ARCE