jueves, 8 de julio de 2010

PUYOL en los altares....


Puyol. Tres goles en diez años con la selección española. Toda una vida dedicada a salvar en lugar de finalizar. Es la historia de los currantes. Siempre al servicio de los demás. Sacrificado sin pensar en el reconocimiento. Esas cosas están para los que meten goles. El premio está en la otra portería y a él siempre le ha tocado defender. Es el ángel de la guarda. En la selección de Casillas en el Barça de Valdés.


Un gol a Irlanda del Norte. Otro a Armenia. Un botín sabroso para un central. Una recompensa jugosa. Pero su trabajo a destajo tenía un tesoro reservado para él. Un salto de 120 centímetros. Una cucaña. Un vuelo sin motor. Un impulso felino para entrar en contacto con el balón y hacer justicia. Por partida doble. Para la selección y para sus melenas sansonianas.


Marcó un gol para la historia. Una obra maestra en color. Más importante que el gol de Zarra o casi que el de Marcelino o Torres en la Eurocopa. La final estaba en una acción a balón parado. Piña para Puyol. Gordo de lotería para el obrero. Atrás queda el partido. España fue España. No se traicionó en el encuentro más importante de su historia. Nada de especular, descartado el nadar y guardar la ropa. Saltó al campo más mentalizada que Alemania. Se había hartado de los rivales que iban a buscarle a su campo, como Chile, Suiza o Paraguay, y decidió atacar el partido empleando el factor sorpresa. ¡A por ellos! Toque de corneta. Nada de concesiones.


Sorprendió Del Bosque a Löw. Quizás el técnico alemán nunca pensó que se encontraría con una España tan agresiva. La pelea por el control del balón estuvo definida desde el primer pase. Mandó la selección buen síntoma. La mejor arma en poder de los intérpretes del juego colectivo. Siete del Barcelona sobre el césped y a jugar como un equipo campeón. Con los automatismos masticados se inició la tarea de tumbar el muro ante la incredulidad de la parsimonia alemana.


Pudo hacer enseguida. Un balón de Pedrito, la bala sorpresa, pudo rematarlo Villa.


Impidió el gol la salida del guardameta Neuer. Primer aviso. Luego llegó la ocasión para Puyol en una acción a balón parado. Su remate de cabeza se fue por encima de la portería porque el centro de Iniesta iba con demasiada fuerza. España tomó las riendas y desconectó al rival, que se conformó con buscar su recompensa en el contragolpe. Alemania también sabe jugar a la contra, aunque prefiere llevar el peso.


Mereció la selección cobrar ventaja antes del descanso. Fue muy superior, aunque se pudo llevar un susto en la penúltima jugada del primer tiempo cuando Sergio Ramos enganchó a Ozil. Se iba hacia Casillas sin fronteras por en medio. Penalti que se tragó el colegiado en una acción rapidísima. La final estaba entreabierta. Pero había un duende. Un demonio llamado Puyol. El fútbol hizo ayer justicia.Y España hizo historia de la mano de un obrero.

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JAIME ESPEJO ARCE