A mediados de 1984, cuando las fechas y circunstancias reales se disfrazaban de leyendas en el valle del río Huallaga, un muchacho de 23 años llegó a la zona de Aucayacu con una misión que parecía suicida: crear un nuevo bastión para Sendero Luminoso (SL) en el entonces principal emporio de la droga del Perú, captar militantes para la subversión e imponer sus reglas a los capos de la droga de Tingo María, Uchiza y Tocache. La historia —cuyos detalles varían según los protagonistas y testigos— refiere que dicho sujeto se encontró en la agreste zona con un grupo de universitarios originarios de Lima, también vinculados a la organización subversiva, y juntos crearon el llamado comité regional del Huallaga.
Aquel joven, que con los años se hizo conocido como “Artemio”, “Pepe” o “Negro”, extendió la influencia senderista desde la ciudad de Huánuco hasta el valle del Monzón, Campanilla (San Martín) y Aguaytía (Ucayali). Allí se enfrentó con los narcotraficantes peruanos y colombianos de la zona y, posteriormente, con las huestes del MRTA, el otro grupo subversivo que en los años 80 operaba en la zona del Huallaga. Todas las acciones armadas, durante aquella década de sangre, convirtieron a ese muchacho en el portador de la “caja chica” de las bandas terroristas que operaban en Lima y en Ayacucho, aun cuando los órganos de inteligencia de la policía antiterrorista y militar de la época, así como los medios de comunicación, apenas lo conocían físicamente.
El diario peruano "El Comercio", que durante los últimos años estuvo indagando sobre los antecedentes del jefe terrorista del Huallaga, accedió a documentación exclusiva de la única pieza que faltaba para reconstruir el rompecabezas de su real identidad y de su pasado, antes de que se incorporara a la espiral de violencia en la peligrosa cuenca cocalera. Así se ha podido determinar que el sujeto que figura como “Artemio” en cientos de atestados que registran masacres contra policías, militares y civiles y que fue conocido como “Pepe” cuando ingresó al denominado comité central de SL en 1989; el mismo que sacó en el 2004 un DNI con el nombre de José Flores León, se llama en realidad Florindo Eleuterio Flores Hala, una identidad que seguramente hubiera preferido mantener oculta por siempre.
Este Diario, gracias a la confesión de ex militantes senderistas, llegó a conocer que hasta hace algunos meses los únicos datos biográficos que se tenían de “Artemio” —quien en los 90 se convirtió en un fantasma armado con hasta nueve apelativos distintos— eran que celebraba su cumpleaños en los primeros días de setiembre, que realizó servicio militar en el Ejército, que en el pasado recibió visitas familiares procedentes de Arequipa y que él mismo había viajado a la Ciudad Blanca por motivos personales. El “Negro”, como se lo conoce en los predios de la inteligencia policial, también había creado una leyenda sobre su identidad entre sus subordinados. Incluso sus principales lugartenientes (algunos están ahora tras las rejas y otros muertos) pensaban que era originario de Piura por su notorio acento norteño. También creían que había cursado estudios superiores, otro dato falso, pues en realidad Artemio, a diferencia de otros cuadros senderistas de alto nivel, ni siquiera había acabado la secundaria.
LAS PRUEBAS DE SU NOMBRE
Aquel joven, que con los años se hizo conocido como “Artemio”, “Pepe” o “Negro”, extendió la influencia senderista desde la ciudad de Huánuco hasta el valle del Monzón, Campanilla (San Martín) y Aguaytía (Ucayali). Allí se enfrentó con los narcotraficantes peruanos y colombianos de la zona y, posteriormente, con las huestes del MRTA, el otro grupo subversivo que en los años 80 operaba en la zona del Huallaga. Todas las acciones armadas, durante aquella década de sangre, convirtieron a ese muchacho en el portador de la “caja chica” de las bandas terroristas que operaban en Lima y en Ayacucho, aun cuando los órganos de inteligencia de la policía antiterrorista y militar de la época, así como los medios de comunicación, apenas lo conocían físicamente.
El diario peruano "El Comercio", que durante los últimos años estuvo indagando sobre los antecedentes del jefe terrorista del Huallaga, accedió a documentación exclusiva de la única pieza que faltaba para reconstruir el rompecabezas de su real identidad y de su pasado, antes de que se incorporara a la espiral de violencia en la peligrosa cuenca cocalera. Así se ha podido determinar que el sujeto que figura como “Artemio” en cientos de atestados que registran masacres contra policías, militares y civiles y que fue conocido como “Pepe” cuando ingresó al denominado comité central de SL en 1989; el mismo que sacó en el 2004 un DNI con el nombre de José Flores León, se llama en realidad Florindo Eleuterio Flores Hala, una identidad que seguramente hubiera preferido mantener oculta por siempre.
Este Diario, gracias a la confesión de ex militantes senderistas, llegó a conocer que hasta hace algunos meses los únicos datos biográficos que se tenían de “Artemio” —quien en los 90 se convirtió en un fantasma armado con hasta nueve apelativos distintos— eran que celebraba su cumpleaños en los primeros días de setiembre, que realizó servicio militar en el Ejército, que en el pasado recibió visitas familiares procedentes de Arequipa y que él mismo había viajado a la Ciudad Blanca por motivos personales. El “Negro”, como se lo conoce en los predios de la inteligencia policial, también había creado una leyenda sobre su identidad entre sus subordinados. Incluso sus principales lugartenientes (algunos están ahora tras las rejas y otros muertos) pensaban que era originario de Piura por su notorio acento norteño. También creían que había cursado estudios superiores, otro dato falso, pues en realidad Artemio, a diferencia de otros cuadros senderistas de alto nivel, ni siquiera había acabado la secundaria.
LAS PRUEBAS DE SU NOMBRE
Durante muchos años, la policía siguió estas y otras pistas sobre la identidad de “Artemio”. Una de ellas tenía que ver con el alias que se le imputaba: “Gabriel Macario Ala”, tal como consta en los cientos de expedientes sobre terrorismo en el Huallaga que se revisaron para este informe. Este nombre falso finalmente fue el hilo de la madeja que permitió establecer que el jefe subversivo había nacido en Arequipa, en 1956. El nombre “Gabriel Macario Ala” sirvió para indagar en los archivos de la Reniec, encontrar a la familia Flores Hala y recopilar sus partidas de nacimiento en el distrito de Santa Isabel de Siguas (Arequipa). De esta forma, y en medio de estas pesquisas, apareció el nombre clave de Florindo Eleuterio Flores Hala, que dejó su huella en las instituciones escolares de Camaná y luego en la Oficina de Reclutamiento del Ejército en Moquegua.
Ahora se sabe que “Artemio” —según consta en su partida de nacimiento— nació en Camaná el 8 de setiembre de 1961. Es decir, tiene 48 años y es paisano de Abimael Guzmán “Gonzalo” y de Óscar Ramírez Durand “Feliciano”, ambos líderes de Sendero. Estudió primaria en el colegio 40226 de Camaná, entre 1970 y 1975, y la secundaria en el Colegio Nacional Sebastián Barranca de la misma ciudad, entre 1976 y 1978, pero dejó de estudiar en el tercer año, cuando tenía 17 años. A diferencia de Guzmán y “Feliciano”, o del actual cabecilla senderista en el valle de los ríos Apurímac y Ene, Víctor Quispe Palomino “José”, Artemio no tuvo estudios superiores.
En lugar de seguir estudiando, en enero de 1979 Flores Hala (el segundo de nueve hermanos) se incorporó al Servicio Militar Obligatorio en el Batallón de Tanques número 221 de Locumba (Tacna), una plaza estratégica para el Ejército. Por aquel entonces, un grupo de senderistas se encontraba en plena ebullición ideológica en Ayacucho y descontaba los días para lanzar sus acciones armadas. El entonces joven arequipeño asimiló la vida castrense durante dos años. Dejó el servicio el 31 de diciembre de 1980, cuatro días después de que en los postes de varias calles del Centro de Lima aparecieran perros colgados y siete meses después de que unos desconocidos quemaran las ánforas de las elecciones presidenciales en la localidad de Chuschi, Ayacucho.
Flores Hala no olvidó su paso por el Ejército. Los testigos que lo han visto en los últimos meses revelaron que “Artemio” (que aparenta más años de los que tiene) sigue cortándose el cabello al rape como si fuera un conscripto. Después de dejar el Ejército, con 19 años y ya siendo un experto en armas, su rastro se perdió hasta 1984, cuando fue visto en el Huallaga. Cinco años después, en agosto de 1989, su rostro quedó registrado en el famoso video donde Guzmán aparece bailando Zorba El Griego junto a su cúpula, todos vestidos a la usanza de los viejos maoístas chinos. Lo que ocurrió luego ya es historia conocida.
Más solo que nunca
Los mandos militares claves de “Artemio” conocidos como “Clay”, “JL”, “Piero” y “Rubén” fueron abatidos durante los últimos años en enfrentamientos con las fuerzas del orden, mientras que otros se encuentran en prisión.
Dato confirmado
La identidad verdadera de “Artemio”, Florindo Eleuterio Flores Hala, también se maneja en los predios de la embajada estadounidense en Lima, según información publicada por la página web IDL-Reporteros.
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JAIME ESPEJO ARCE