Por: Francisco Belaúnde
Es una lástima, pero, más que como una unión de naciones sudamericanas, Unasur hace noticia como una mera unión de gobernantes sudamericanos dispuestos a apañarse entre ellos.
El organismo acaba de sufrir un serio golpe a su credibilidad tras el apoyo a Nicolás Maduro; si ya era blanco de críticas de determinados sectores, ahora ha quedado muy mal parado ante un espectro mucho más amplio de la opinión pública.
Se pueden proporcionar todas las explicaciones posibles sobre la posición asumida por los mandatarios el jueves pasado en Lima, e incluso entenderlas, pero el carácter autoritario del régimen venezolano ha quedado tan abiertamente expuesto en las últimas semanas, que resulta chocante toda actitud condescendiente.
No es sólo lo que pasó el 14 de abril. Es la acumulación de hechos, desde la asunción de Nicolás Maduro como presidente provisional, tras la muerte de Hugo Chávez, en abierta violación de las normas constitucionales del país llanero, hasta todo lo relacionado con el proceso electoral. Ello, por cierto, además de lo que se ha venido dando a lo largo del gobierno del extinto líder.
La contradicción respecto de la determinación asumida con Paraguay, tras la defenestración del presidente Lugo, es tan flagrante, que deviene en insultante.
Las críticas a los jefes de Estado en sus respectivos países no se han hecho esperar. En nuestro medio, diversas personalidades, con Mario Vargas Llosa a la cabeza, que, en su momento, respaldaron la candidatura de Ollanta Humala para la segunda vuelta de las elecciones de 2,011, han expresado su indignación. Al mismo tiempo, recrudecen los temores en cuanto a una posible involución del presidente hacia políticas de tipo chavista, tras la evolución plasmada en la famosa Hoja de Ruta. Ello, por cierto, también desde el punto de vista institucional. La posible candidatura de la primera dama, no desmentida de manera tajante, es vista como parte de esa temida regresión.
Afortunadamente, sin embargo, no obstante la apreciable popularidad presidencial, no parece existir mucho espacio político para una aventura en ese sentido. Menos aún, si los modelos a la vista, con todas sus variaciones, como los de Venezuela y Argentina, enfrentan dificultades de tal magnitud que podrían incluso llevarlos a una crisis terminal en un corto lapso de tiempo. En todo caso, la ciudadanía se mantendrá vigilante.
SE PUEDEN PROPORCIONAR TODAS LAS EXPLICACIONES POSIBLES SOBRE LA POSICIÓN ASUMIDA POR LOS MANDATARIOS EL JUEVES PASADO EN LIMA, E INCLUSO ENTENDERLAS, PERO EL CARÁCTER AUTORITARIO DEL RÉGIMEN VENEZOLANO HA QUEDADO TAN ABIERTAMENTE EXPUESTO EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS, QUE RESULTA CHOCANTE TODA ACTITUD CONDESCENDIENTE
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JAIME ESPEJO ARCE