Difícil es la situación que afronta la Policía Nacional del Perú luego de la caída del gabinete a raíz de los petroaudios. El clima que se vive al interior de dicha institución es de incertidumbre y tensión.
Y es que el flamante Ministro del Interior Remigio Hernani Meloni ha señalado abiertamente que no quiere más en el cargo de Director General de la PNP a Octavio Salazar, pues desde su punto de vista, durante su gestión “(…) la seguridad ciudadana a venido a menos. Se respira inseguridad. Toda la ciudadanía se da cuenta de ello. Sus planes son erráticos. El 'Moqueguazo' es una humillación a la PNP…”.
Pero…..pese a ello, el General Salazar permanece incólume en el cargo, no parece importarle lo que el Ministro dice sobre él; y es que según los trascendidos parece que Salazar no se irá, pues contaría con el respaldo directo del Presidente García por lo menos hasta después de la Cumbre del APEC que se llevará a cabo el 22 de noviembre.
Hernani ha dicho: "Si el ministro Hernani se muere el Ministerio (del Interior) continua, no va a desaparecer. Si el señor (Octavio) Salazar se retira tampoco va a desaparecer la Policía Nacional (…) lo decente es poner su cargo a disposición”.
El enfrentamiento entre el Ministro y el Director de la Policía es frontal y ello se aprecia con nitidez cuando Hermani dice: “El general Salazar no ha tenido la dignidad de presentar la carta donde pone a disposición su cargo, como lo dice la ética, la decencia y la buena costumbre".
Sin embargo, al parecer Hermani y Salazar parece que tendrán que acostumbrarse a la convivencia forzada, ya que según lo establece el artículo 12 de la Ley Orgánica de la PNP, el Director General de la PNP es designado por el presidente de la República y su tiempo de permanencia en el cargo es determinado por el Jefe de Estado.
Lo cierto es que la gota que ha derramado el vaso sin lugar a dudas a sido la incapacidad y lentitud (¿?) para conseguir la ubicación y captura de Rómulo León Alegría pues hasta la fecha se desconoce su paradero.
No sólo eso, sino que la parsimonia escandalosa con la que se actuó, le dio a León Alegría el tiempo "justo" para limpiar con tranquilidad sus oficinas e inmuebles de toda documentación incriminatoria y luego desaparecer sin que nadie se de cuenta.
De ese modo sustrajo todos los discos duros de sus computadoras y suponemos eliminó cada papel que pudiera ser usado en su contra.
La ciudadanía observa con asombro e incredulidad como una secuela de pasos acompasados y apáticos en los que han convergido Fiscalía, Policia Nacional, Jueces Anticorrupción, Inteligencia, etc., etc., han servido para que la buena estrella (de la suerte) acompañe hasta hoy a Rómulo León.
Cual será el epilogo de esta historia: en las próximas horas se sabrá.
Jaime Espejo Arce
Lima-Perú
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