Escribe: JAIME ESPEJO.
Bueno, sin duda el
Ministro Urresti está en la cresta de la ola. La guerra desatada en las redes
sociales está cada vez más descarnada y los medios de comunicación de frotan
las manos porque tienen circo asegurado. Y circo es igual a ventas y ventas es plata.
Ósea, que viva el circo.
El común de la gente no
usa Twitter, es más, estoy seguro que si se hiciera una encuesta a nivel
nacional, se darían con la sorpresa que los dimes y diretes entre Mulder y
Urresti o Becerril y Urresti han sido conocidos en gran parte por la prensa y no
a través de la red del pajarito azul.
Y es que resulta innegable
que la prensa tiene un papel relevante en el pensar y sentir de la opinión
pública. La prensa puede inventar héroes y convertir a alguien en el peor de
los villanos. Sino, vean como la prensa deportiva titula a grandes letras y con
espectaculares fotos el nacimiento de alguna super estrella futbolera lorcha o nos
habla sobre grandiosos partidos de nuestro campeonato local, cuando en
realidad, nuestro “fulbo” no pasa de ser carente de cracks y mediocre a más no
poder frente al nivel deportivo que se desarrolla en el mundo. No es gratuito
que hace más de 30 años no sepamos lo que es ver un mundial con nuestra
selección nacional. Pero, la prensa tiene su propio mundo paralelo que comparte
con sus ingenuos lectores.
Igual pasa en nuestra
política. Lo que pasó con Susana Villarán es el claro ejemplo de cómo convertir
en el peor de los villanos a una persona que tenía a cuestas una trayectoria
impecable de honestidad y lucha política en defensa de la democracia y cómo
puede ser destruida, demolida y triturada al unísono por radio, televisión y
prensa escrita.
Urresti es un caso digno
de análisis. Un personaje que antes de junio del 2014 pocos sabía de él. Su
desempeño como Alto
Comisionado en Asuntos de Formalización de la Minería, Interdicción de la
Minería Ilegal y Remediación Ambiental no había sido tan mediático, por lo que su
nombramiento como Ministro del Interior, pasó casi inadvertido por la población,
y por la prensa.
Sin
embargo, casi de inmediato, su nombre comenzó a escucharse y leerse en los
medios; pues se reveló que estaba imputado como presunto responsable de
la ejecución extrajudicial del periodista Hugo Bustíos en 1988, siendo que la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos en el mes de Julio ya estaba pidiendo su cabeza.
A
partir de allí, comenzó el estelar mediático de Urresti, ya que al ser atacado
por políticos y prensa, no le quedó más remedio que salir a defenderse con un
estilo poco convencional pero efectista.
Y como diría alguien, se convirtió
de la noche a la mañana en un fenómeno político, un mago, un prestidigitador, superhéroe,
villano, caballero de la noche y más.
En las encuestas comenzó a subir
como la espuma y los políticos enfilaron su puntería hacia él, pues comenzó a
convertirse en una clara amenaza para cualquier proyecto o aspiración política,
porque su arrastre jalaba consigo al mismo presidente Humala que le goteó parte
de ese boom estelar.
Pero las guerras tienen estrategias
y tácticas. Y una táctica de defensa de Urresti es sin duda el uso de las
redes. Específicamente, el twitter.
Este medio es efectista, rápido y
directo. Y si bien es cierto, el común de las personas no saben siquiera que es
y cómo se usa, la prensa suele ser muy útil en estos casos, pues cual pared de frontón,
rebota rápidamente lo que en este campo sucede.
El termómetro para saber si la
táctica está funcionando correctamente son las encuestas. Y éstas indican cómo
mes a mes se viene incrementando la popularidad de Urresti posesionándolo y perfilándolo
incluso como un candidato para el 2016; sin embargo, sus detractores han identificado
una debilidad que piensan explotar al máximo, tratando de voltear el partido o
conseguir un KO antes que acabe el partido.
Sus enemigos han identificado que Urresti
es reactivo. Y su debilidad es responder casi de inmediato los ataques contra
su persona. El celular que tiene en sus manos se convierte para sus detractores
en un arma que puede ser letal contra él mismo si es que saben presionar los
botones correctos.
La idea es picarlo, provocarlo,
torearlo. Están seguros que en una de esas, suelta algo fulminante, desbocado,
desmedido. Se han dado cuenta que no hay otra forma de liquidarlo y esta es que
él mismo se dispare, sólo es necesario hacer que responda y esperar un error
que lo auto aniquile.
Veremos qué pasa las próximas horas, días o semanas. Seremos espectadores de una guerra sin cuartel en la que las flechas se disparan cual ataque a Leónidas en la batalla de Termopilas.
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JAIME ESPEJO ARCE