Por: Mirko Lauer
Dentro y fuera del Apra hay una conversación en marcha sobre si el partido ganó o perdió puntos el domingo 17 de marzo, y cuántos. Cuando el Apra se subió al SI uno de sus dirigentes dio a entender que eso fortalecería los músculos de Alfonso Ugarte. Implícita alusión a que ese cuerpo político estaba necesitando ejercicio.
Entrenamiento hubo. Pequeñas manifestaciones, maratón en los medios y desplazamiento de personeros fueron una ayuda para el SI. Pero nunca se sabrá si la ayuda aprista costó más votos de los que aportó. Esta columna vaticinó que así sería. Pero en la encuesta GFK solo 10% considera que un Apra pro-SI fue un factor en el repunte y triunfo del NO.
En estrictos términos del Apra las cosas no han cambiado desde el 2011. La pregunta es qué hubiera pasado si Alan García, y no Mauricio Mulder, hubiera sido el vocero alfa en la campaña del SI. La historia electoral del Apra sugiere que el SI hubiera contado con un poder de seducción electoral mucho mayor que el de Marco Tulio Gutiérrez.
Un problema con la pasada elección es que dificulta mucho la contabilidad política de los votos, es decir el debe y el haber. ¿Cuánto del 48% del SI es del Apra? ¿Cuánto del 53% del NO es del PPC? Una falacia habitual en esto es suponer que ahora los vecinos o ciudadanos votan de acuerdo con las opiniones y decisiones de los dirigentes partidarios.
Con una ventaja de 30% para el SI, hubiera habido victoria para repartirse entre todos. De hecho es en la que el Apra entró a participar de antemano. Con el resultado que conocemos, no ha habido reparto sino tácita arranchadera o resignación filosófica. Detrás de todo eso la insistente pregunta sobre qué ganó o perdió el Apra.
La principal pérdida del Apra ha sido su aureola de eficacia estratégica. Apoyar al SI en 69% parecía una movida magistral: acercarse al corazón de una mayoría limeña tamaño avalancha, alzar al paso con la iniciativa encargada a Gutiérrez, invitar a los militantes/simpatizantes a una suerte de victoria precocinada.
La imagen que queda del proceso es la de un fujimorismo con estrategas más fríos que los del Apra, en el supuesto de que el partido del pueblo tenga más de un estratega. Algo parecido vale frente a los estrategas lanzados a defender a una alcaldesa que ya parecía totalmente condenada, y que lograron una victoria limitada.
Para nadie el 2013 es la hora del perfil partidario propio, sino la hora de las alianzas, o por lo menos de las prealianzas. Finalmente fue eso lo que le dio el margen de triunfo al NO: la idea de un frente cívico, capaz incluso de reclutar mucho más allá de la política formal.
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JAIME ESPEJO ARCE