Recuerdo con claridad aquel domingo 5 de abril de 1992, acababa el fin de semana y mentalmente repasaba lo que tenía que hacer en la oficina temprano del lunes.
Estaba en Ica, viendo la televisión en familia cuando con rostro adusto y gélido interrumpió la programación sorpresivamente. Era Alberto Fujimori, que anunciaba en cadena nacional la disolución del Congreso de la República y el inició de lo que fue el atropello democrático más vergonzoso y la etapa más putrefacta en lo que se refiere a institucionalidad y moral del país.
Quién no recuerda cómo –al puro estilo de Velasco-Videla Pinochet de los 70s- esa noche se tomaron diarios y medios de comunicación, se secuestraron periodistas y encarcelaron políticos.
Tengo en la retina la imagen cuando eran bañados con el rochabús y apaleados –bandera en mano- Aurelio Loret de Mola, Fernando Olivera y otros políticos de la oposición cuando trataban de rescatar de su casa a Roberto Ramirez del Villar –entonces Presidente de la Cámara de Diputados- con prisión domiciliaria al igual que Felipe Osterling Presidente de la Cámara de Senadores.
Recuerdo que fue detenido también el entonces senador Abel Salinas y Alan García salvó su vida al saltar por los techos de las casas vecinas pues llegaron a su domicilio con orden de matarlo.
Recuerdo al día siguiente mientras la gente no terminaba de digerir ello, juramentaba el nuevo gabinete golpista bajo la presidencia de Óscar de la Puente Raygada e integrado entre otros por los inefables Carlos Boloña Behr; Víctor Malca Villanueva; Juan Briones Dávila.
Claro, queda el recuerdo de la digna renuncia de Alfonso de los Heros Pérez-Albela.
Los abogados –especialmente NAKASAKI- deben recordar el Decreto Ley 25433, que suspendió la posibilidad de plantear Habeas Corpus por violaciones de derechos constitucionales.
Jorge del Castillo recuerda el 5 de Abril así:
“Casi me matan. Fue una cosa muy violenta. Detenido es cuando va un policía y te conduce a una dependencia policial, yo fui violentamente capturado, golpeado, encapuchado, amarrado. Me metieron a empujones (en un auto) y me pusieron otra capucha que era de lona o plástico, que no me dejaba respirar. En el carro, había tres personas, yo estaba echado en el asiento, con una pistola en la cabeza. No sabía (a donde me conducían). Iba pensando en cualquier momento me tiran un balazo y me botan. Nunca pude llamar a nadie, no fue a verme un abogado, no supe que un juez ordenara mi detención”.
Quien no recuerda que la OEA escogió el término «deplorar» (y no «condenar») para expresar su opinión con respecto al golpe de Estado del 5 de abril. Tiempo después supimos porqué tinglados furtivos hizo ello.
El abogado de Fujimori dice que su defendido fue presidente constitucional durante todo su periodo gubernamental (entre 1990 y 2000), y que el 5 de abril no fue un golpe de Estado. Si la defensa del ex mandatario piensa así, bien por ellos.
Estaba en Ica, viendo la televisión en familia cuando con rostro adusto y gélido interrumpió la programación sorpresivamente. Era Alberto Fujimori, que anunciaba en cadena nacional la disolución del Congreso de la República y el inició de lo que fue el atropello democrático más vergonzoso y la etapa más putrefacta en lo que se refiere a institucionalidad y moral del país.
Quién no recuerda cómo –al puro estilo de Velasco-Videla Pinochet de los 70s- esa noche se tomaron diarios y medios de comunicación, se secuestraron periodistas y encarcelaron políticos.
Tengo en la retina la imagen cuando eran bañados con el rochabús y apaleados –bandera en mano- Aurelio Loret de Mola, Fernando Olivera y otros políticos de la oposición cuando trataban de rescatar de su casa a Roberto Ramirez del Villar –entonces Presidente de la Cámara de Diputados- con prisión domiciliaria al igual que Felipe Osterling Presidente de la Cámara de Senadores.
Recuerdo que fue detenido también el entonces senador Abel Salinas y Alan García salvó su vida al saltar por los techos de las casas vecinas pues llegaron a su domicilio con orden de matarlo.
Recuerdo al día siguiente mientras la gente no terminaba de digerir ello, juramentaba el nuevo gabinete golpista bajo la presidencia de Óscar de la Puente Raygada e integrado entre otros por los inefables Carlos Boloña Behr; Víctor Malca Villanueva; Juan Briones Dávila.
Claro, queda el recuerdo de la digna renuncia de Alfonso de los Heros Pérez-Albela.
Los abogados –especialmente NAKASAKI- deben recordar el Decreto Ley 25433, que suspendió la posibilidad de plantear Habeas Corpus por violaciones de derechos constitucionales.
Jorge del Castillo recuerda el 5 de Abril así:
“Casi me matan. Fue una cosa muy violenta. Detenido es cuando va un policía y te conduce a una dependencia policial, yo fui violentamente capturado, golpeado, encapuchado, amarrado. Me metieron a empujones (en un auto) y me pusieron otra capucha que era de lona o plástico, que no me dejaba respirar. En el carro, había tres personas, yo estaba echado en el asiento, con una pistola en la cabeza. No sabía (a donde me conducían). Iba pensando en cualquier momento me tiran un balazo y me botan. Nunca pude llamar a nadie, no fue a verme un abogado, no supe que un juez ordenara mi detención”.
Quien no recuerda que la OEA escogió el término «deplorar» (y no «condenar») para expresar su opinión con respecto al golpe de Estado del 5 de abril. Tiempo después supimos porqué tinglados furtivos hizo ello.
El abogado de Fujimori dice que su defendido fue presidente constitucional durante todo su periodo gubernamental (entre 1990 y 2000), y que el 5 de abril no fue un golpe de Estado. Si la defensa del ex mandatario piensa así, bien por ellos.
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JAIME ESPEJO ARCE