En una entrevista con RPP Keiko Fujimori acaba de anunciar que será “muy tajante en la lucha frontal contra las personas cercanas a Vladimiro Montesinos que intenten inmiscuirse en un gobierno de Fuerza 2011”. No es la primera toma de distancia del asesor, pero sí un inédito anuncio de una purga en las filas de un segundo fujimorismo.
No explicó la candidata cómo va a definir quién es cercano a Montesinos y quién no, o qué significa la cercanía en este caso. Pues prácticamente todo el fujimorismo ha estado más o menos cerca del asesor en su hora punta, y son pocos quienes desde entonces han tomado efectiva distancia pública de él. El montesinismo fue segunda naturaleza.
Fujimori no puede estar pensando en todos los que convivieron políticamente con Montesinos o tuvieron alguna forma de contacto con él, pues eso comprende a casi todo el elenco, ella misma incluida. Quizás se refiere a aquellos que no tienen una coartada eficiente para explicar los contactos, aunque de esos también deben de haber pocos.
Muchos de los operadores más allegados a Montesinos están presos o prófugos, de modo que su participación en un gobierno de Fuerza 2011 va a ser difícil. El problema lo va a tener Fujimori con las figuras intermedias, que coordinaron estrechamente con Montesinos, pero no se quemaron del todo cuando llegó la debacle.
¿Cómo van a hacer los keikistas? ¿Montar una suerte de tribunal privado y emitir certificados de desmontesinización? ¿Señalar a unas cuantas cabezas y dejar pasar a todos los demás? ¿Leer obras como los seis tomos de transcripciones de la vida en la salita del SIN? Quizás no es tan fácil establecer qué es un fujimorista no montesinista.
Pero hay que creerle a Keiko Fujimori cuando da a entender oblicuamente que de llegar al poder para ella y su círculo Montesinos será un problema. Por ejemplo el peligro de que se forme en torno de él un sistema de lealtades secretas que funcione como un ala derecha dura. O que simplemente opere como otra banda con fines de lucro.
En otras palabras, quizás a esta presidenta le gustaría un corte efectivo con Montesinos y el montesinismo como forma de ejercer el poder. El problema con esto es que un buen número de sus cuadros más cercanos se ha formado en esa escuela de extrema derecha militarista, y no conoce (y probablemente no quiere) otra.
Es una cuerda floja si las hay: la promesa electoral explícita es hacer fujimorismo sin Alberto Fujimori y a la vez sin rezagos montesinistas. Esto lo tendría que hacer además con fracciones bien definidas en el gobierno y sin una organización partidaria propiamente dicha. Suficientes buenas intenciones como para empedrar un par de infiernos. Mirko Lauer
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JAIME ESPEJO ARCE