jueves, 24 de septiembre de 2015

MI CAU CAU CON MI CONCOLON


No me entra en la cabeza la deformación y amariconamiento de platos de cocina peruana que son tan clásicos y simples; no me parece lógico que vayas a un local y que te traigan una carta del tamaño de una cometa y donde los nombres de los platos son una descripción de todos los ingredientes del mismo; carajo lees y relees y finalmente en un arranque de excitación te decides por algo novedoso –teniendo en cuenta que no vas a ir a un sitio tan bacán para comer cualquier huevada- entonces eliges una impresionante experiencia conformada por: 

cintillos de abomaso vacuno y dados de papa huamantanga, rociados con una fina crema coloreada con palillo andino, ajíes nativos, arverjitas del casi salvaje valle de Lurín y finamente decorado con hierbabuena del huerto del convento de San Francisco

…el mozo se caga de la risa discretamente, va a la cocina y le dice al cocinero: un cau-cau para el pelado de la mesa 14!!! ….Y se caga de la risa porque él sabe que te van a servir tu ración de 150 gramos en un plato enorme, casi plano y que más parece el saldo de los cerámicos del piso y donde queda claro que la parte artística radica en la pericia del mozo para traer el plato desde la cocina y que no se le caiga el juguito del cau-cau…Si te pones a pensar, más te demoras en leer en voz alta el nombre del plato que en comértelo!



No hay derecho que te ofrezcan espuma de seco, ceviche en cristales o adoquines de menestrón, no me jodan, no te pueden vender “causitas fritas rellenas de lomo”… eso es una papa rellena común y silvestre, solo que en este caso es una porción que solo puede satisfacer a un cuy y para que pase piola le hacen cuatro rayas con aceite rojo y le tiran un puñado de ajonjolí…dicen que para darle un toque oriental.

Jode que el chef que te atendió amablemente el jueves en su local y te cobro 300 dólares por su performance, salga el domingo a mediodía en la tv —tres días después— en el programa “Veinte Lucas” del Sr. Fernandini y que prepare entrada, segundo y postre para cuatro personas con veinte luquitas…dan ganas de regresar y meterle un frentazo por pendejo!!!!


Otra de las cosas que veo se ha convertido en una constante entre todos los chef que se prestan para salir en la tele —según ellos— para contribuir con el desarrollo de la culinaria nacional, es que a pesar de que preparan platos en base a papas alto andinas, calamar albino o criadillas de vicuña, cuando los entrevistan al final siempre “confiesan” que su plato favorito es el arroz con huevo frito que le preparaba su abuelita…que tal cacha.

Leí la vez pasada que cuando estuvo la princesa Letizia por acá hizo un comentario nada favorable después de la cena que le ofrecieron en palacio de gobierno: “estoy segura que todo lo que comí hoy, no es comida típica del Perú” claro pues carajo si le invitaron brownies de cuy rellenos de alcachofa acompañado con quinua en barquillos y sashimi de pechuga de cuculí a la chalaca; cómo se va a ir satisfecha la flacuchenta, carajo la hubiesen llevado a comer un platazo de chanfainita en la Av. Canevaro en Lince, les aseguro que se iba con la huacha floja pero convencida que comió algo típico.


Ahora hasta da miedo ir al hueco donde comías conchas negras desde hace 20 años, porque a lo mejor llegas y ya está la gigantografía con el cacharrazo de Gastón, en ese momento te das cuenta que el plato cuesta el doble, te sirven la mitad y ahora las conchas negras te las tienes que empujar con cuchara de chifa y si miras en la cocina encuentras al cocinero panzón de toda la vida pero ahora con su chaqueta blanca y exigiéndote que le digas chef y todo porque Acurio lo convenció que estaba cobrando muy poco y que era un tetudo olímpico.

AUTOR DESCONOCIDO

lunes, 21 de septiembre de 2015

¿QUIÉN SERÁ EL PERIODISTA MATÓN.... ?


RAÚL TOLA

Uno de los mayores logros de nuestra sociedad de los antivalores es la aparición del «periodista matón», un personaje que pulula por redacciones, estudios de radio y sets de televisión, haciendo alarde de una prepotencia y unas maneras que diariamente atentan contra las normas de cualquier libro de estilo periodístico.

Al periodista matón no le gusta que lo contradigan ni lo pongan en evidencia. Cuando alguien le demuestra con argumentos razonados que sus afirmaciones no tienen sustento, son imprecisas o francamente impresentables, no entra a debatir: se defiende atacando. Ignora el fondo del asunto, y siempre insulta, menosprecia, descalifica o ataranta, para distraer la atención. El resultado son columnas de opinión, programas de televisión y espacios de radio que más parecen peleas de perros, donde se intercambian ladridos, y casi no se discuten ideas. Para el periodista matón, algo debe quedar claro: el otro siempre empezó.
El periodista matón tampoco tiene la sana costumbre de pedir perdón. Hacerlo le parece una abdicación, una muestra de debilidad, una mariconada. Si le toca dirigir un medio escrito, lo evita del modo más sencillo: elimina el apartado de cartas de los lectores, y no publica rectificaciones. 

Las contadas veces que reconocerá una equivocación —cuando es flagrante, y su director lo obliga—, lo hará entre bajezas, culpando a otro, o dejará claro que sus errores son una tontería, comparados con los de los demás.

Cuando uno de sus «aliados» cae en desgracia —el periodista matón se precia de no tener «amigos» en los medios—, su espíritu de cuerpo es conmovedor, quizá pensando en las adversidades de su propio futuro. 

Suele ser de derechas, y la palabra «liberal» solo tiene connotaciones económicas. Puede denunciar a los políticos, pero nunca a un posible auspiciador. Defiende su trabajo con los dientes, y solo se enfrenta a su director cuando cuenta con el favor del dueño. Si tiene un conflicto de intereses se lo calla, y muchas veces está relacionado con empresas de lobby, cuando no son suyas.
Faltaría un espacio más amplio para enumerar las demás singularidades del periodista matón, pero no puede obviarse la más saltante: su absoluto desprecio por la verdad. Como cree que las noticias son armas arrojadizas, las publica según le llegan, con tal de perjudicar a sus «enemigos». No acostumbra cotejarlas, ni dudar de sus alcances, ni sospechar de sus fuentes. Buenas investigaciones pueden echarse a perder por este proceder. Todo vale con tal de ganar esta guerra, que para él es ejercer el periodismo.
Para cualquier país medianamente civilizado, los periodistas matones serían excéntricos o marginales, o estarían seriamente cuestionados. En cambio, la sociedad de los antivalores los ensalza, admira y aplaude, y estimula su aparición. Incluso las élites del país los premian, otorgándoles un buen número de los lugares de privilegio en las encuestas del poder.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Miserias de Alan García Pérez

IMPRESIONANTE ARTICULO SALIDO DESDE LAS MISMAS ENTRAÑAS DEL APRISMO.


AUGUSTO VALQUI MALPICA, aprista de viejo cuño hace revelador testimonio de lo que al parecr sienten muchos apristas decepcionados del hoy candidato:
ALAN GARCÍA PEREZ. 

Regresaste al Perú a fines de los años setenta sin haber concluido ningún estudio universitario. Tuviste la fraternidad del viejo Armando Villanueva del Campo que, amigo de tu padre, te encumbró en la Secretaría de Organización del Partido Aprista sin haber tenido la experiencia de desempeñar un cargo de dirigente de nuestra organización.
Fuiste muy hábil en tu estrategia para destruir, primero a los viejos del APRA. Sin ningún respeto, sobrepasaste con demagogia y mentiras a los jerarcas del Partido que eran, por decir lo menos, los viejos ingenuos ante tu taimada personalidad. Lograste con compañeros como el chino Venero, Kitasono, Mantilla –traicionado por ti ahora– y otros apristas de Trujillo como Angelats, avanzar en tu farsa de transformación del país.
Con un grupo de apristas intelectuales de San Marcos y Villarreal y apristas empresarios como yo –que caímos en tu trampa–, te apoyamos para que fueras Secretario General del Partido, inclusive económicamente. Creímos que eras la esperanza y la bandera de revolución democrática que nuestro Perú necesitaba.

Tiempos de Alan y Polay (el de la flecha)
Nadie te midió. Nadie dudó del encargo de Armando. Venías con la bendición de la izquierda responsable, la que nos hizo desechar injustamente la opción aprista y decente de un señor con mayúsculas al que no le llegabas a los talones.
Creí en Jesús Guzmán Gallardo –tan ingenuo como yo– frente a un taimado como tú que no tenía tiempo para pensar en los valores que representaba nuestra organización. Eramos muchos ingenuos los que veíamos en ti a un hombre pobre que con sacrificio había estudiado algo de Derecho en San Marcos.


No ponderamos las quejas de Luis Heysen Incháustegui, cuando arremetiste y violaste a su hija. No supimos entender las palabras de Jorge Lozada Stambury en un caso parecido. Menos aún, entendimos el extraño poder político que ostentaba el aprista chalaco Raúl Vizcardo, que tuvo la indignidad de callar por ambiciones politiqueras personales el incidente en el cual asaltaste malamente a su hermana. Luego entendimos y conocimos las razones. No mencionaré dos o tres casos adicionales que demuestran tu terrible irresponsabilidad como hombre. No lo eres. Eres simplemente un taimado cobarde que entró en nuestra Casa del Pueblo para arremeter contra nuestro templo.


Te sabías y sabíamos de tus condiciones de salud mental. De otra manera no hubieras llegado dónde estás. Tenías que tomar cuatro o cinco pastillas diarias para estabilizar tu desequilibrado ser. Lo requerías. Callamos lealmente.
Nunca entendimos el casi desprecio por el señor García. Así llamabas al compañero Carlos García Ronceros, tu padre. Siempre lo despreciaste por su honor y la limpieza que trataba de inculcarte. No soportaste el que sea un hombre cuya decencia iba por delante; lo repudiaste porque no te dio los bienes materiales que hubieras querido tener. Hoy, cosas de la vida, lo material mal habida te sobra.

Carlos García Ronceros y Nita Pérez con sus hijos Carlos y Alan.
Fuiste cruel con tu hermano Carlos. Dios te lo quitó. Ahora te jactas en tus bravatas públicas que no tienes hermanos. Nunca lo dejaste entrar en Palacio. Eso me consta y nos consta a los apristas. Tu naturaleza humana pervertida nunca te permitió ver al inteligente y bueno que fue Carlos García Pérez. Rindo homenaje al ser increíblemente noble que fue Carlos que unos meses antes de morir, conversando en su departamento de Magdalena, me dijo: “Búfalo, hay que defender a Alan contra lo que trama Jorge del Castillo”. La traición. Siempre me preguntaré cómo dos hermanos pudieron ser tan, pero tan diferentes. Nunca lo entenderé.

Hoy con el tío George estas más que unido, aunque aparentes distancia. Ustedes dos se conocen sus secretos. Esa es la verdadera razón de una alianza de delincuentes políticos.
Pero –ya ves Alan– el dinero no sirve para nada. Los mítines que organizas no son apristas; son simplemente expresión del corrupto y venal alanismo.
Aunque Del Castillo meta los sucios dineros robados a lo largo de su “carrera” política, y aunque tú también inyectes los billetes con los que el imperio y la derecha te compraron, debes saber que los apristas lucharemos para acabar con ustedes dos. Formen su partido político de extrema derecha, como lo califica Juan Sheput el asesor de Toledo, y como lo reconoce Lourdes Flores, otrora representante de lo que tú ahora te jactas de ser: ser el líder de la plutocracia. Tienes todo el derecho de serlo y defender tus intereses económicos y promover a tu perro del hortelano, pero no tienes ningún derecho a seguir en el corazón del pueblo aprista. Eso se terminó. Quiero que lo entiendas muy bien. Los apristas que creímos en ti, queremos que dejes el aprismo, que no te resistas. Será peor. Gastarás mucho dinero en alquilar clientelajes. Kouri te apoyará en interesado romance pasajero, pero tú, Alan García Pérez, ya no estás en el corazón del pueblo aprista.
Desde el aprismo puro y sincero.