Por: José Alejandro Godoy
Bagua. 5 de junio de 2009. 33 peruanos, entre policías y nativos, pierden la vida en lo que constituyó la mayor tragedia de la década pasada. Un mayor de la Policía Nacional del Perú aún continúa desaparecido. El gobierno actual implementa a trompicones - y en medio de presiones empresariales - la consulta previa, derecho que su predecesor no reconoció, en medio del discurso más conservador de las últimas décadas. Se ha iniciado solo un juicio por este caso, quedando pendiente otros procesos judiciales en el camino. Y, en medio de todo, el país no encuentra aún la clave para compatibilizar el respeto a los derechos de los pueblos indígenas con la inversión privada.
Con acierto, hoy La República ha entregado el documental La Espera, dirigido por Fernando Vilchez, a sus lectores. Y digo con acierto porque este testimonio audiovisual es - junto con el informe parlamentario elaborado por Güido Lombardi y el documento en minoría de la comisión gubernamental por los sucesos de Bagua - un fiel testimonio de los desencuentros ocurridos antes, durante y después del Baguazo.
En noviembre del año pasado, tuve la oportunidad de ver este documental, presenta una narración sobre los sucesos de Bagua sustentada en una investigación periodística. El telón de fondo, vinculado a un conjunto de decretos legislativos que no fueron consultados a pueblos amazónicos, así como los hechos del 5 de junio, son contados a través de una narración ágil, con imágenes bastante fuertes (sin caer en la truculencia) y en la que se muestran varias de las dimensiones del mayor conflicto social que vivió el país en los últimos años.
Conversaba hace una semana con el antropólogo Óscar Espinoza y concluíamos que los hechos de Bagua hicieron que el país oficial su mirada hacia la Amazonía. Y resulta, ciertamente, una lástima, que hayan tenido que ocurrir 34 muertes en el país para que podamos salir del estereotipo común que se ha tenido sobre la selva peruana y que, aún en varios medios de comunicación, políticos y empresarios, subsiste en nuestro país.
En una fecha como esta, cabría recordar a algunos políticos que no estuvieron a la altura de las circunstancias. Alan García, con su discurso sobre“el perro del Hortelano”, que es bien calificado por Gustavo Gorriti como una muestra de la “fofedad intelectual” del expresidente de la República (quien decretó el Día del Ron Peruano en el primer aniversario de los sucesos de Bagua); Mercedes Araoz, quien tuvo declaraciones contradictorias sobre los posibles efectos que la anulación de los decretos legislativos tendrían en el TLC; Mercedes Cabanillas, cuya responsabilidad en el caso Bagua debería dilucidarse ante un tribunal (y que fue condecorada por el comando policial inexplicablemente) y Ántero Flores Araoz, con expresiones racistas que recuerdan frases anteriores suyas respecto de pueblos andinos yamazónicos. Y ninguno de ellos - a quien se suma Yehude Simon - ha hecho un mea culpa, por lo que señala claramente
Por supuesto, cabe recordar que la distancia frente a nuestros pueblos indígenas no han sido privativa de la clase política. Como bien señaló Salomón Lerner Febres el domingo último:
Ahora bien, las tareas pendientes, a un lustro de esos hechos, exceden lo judicial. Si bien es cierto que este gobierno ha promulgado una Ley de Consulta Previa, también resulta claro que su implementación viene avanzando con relativa lentitud y no goza de los favores de un importante sector del empresariado.En una triste secuela del discurso del “Perro del Hortelano”, el gerente de una conocida empresa minera ha señalado que “cualquiera que se pone una pluma ya tiene derecho a ser consultado”, evidenciando así el menosprecio que un sector de peruanos tiene hacia el resto de sus compatriotasy el pobre entendimiento sobre la consulta previa como un derecho fundamental de los integrantes de los pueblos indígenas.
El país le debe a los deudos de las víctimas de los sucesos de Bagua, una revindicación a policías que fueron llevados a ciegas al peor operativo policial jamás montado en la historia peruana y el reconocimiento de los derechos de nuestros pueblos indígenas. Nunca más el Perú debe darle la espalda a su Amazonía. Nunca más los peruanos debemos vivir una tragedia como esta.